jueves, noviembre 18, 2010

El árbol de otoño

Alrededor de los hojas secas
un remolino de viento,
acariciando los espacios vacíos
golpeándo las mejillas zurcadas
de pasados días,
de emosiones postergadas
por amores arrebatados.
El color del otoño esta suspendido
en lo mustio
en la intensidad de la tarde que se encamina
a las sábanas inundadas
de olores vagos,
de aromas de cuerpos que se despidieron
con una leve agitada
de otroras manos.
El pelo cano es una sonrisa olvidada,
un piel arrugada en el desvelo de la noche.
La casa esta vacía colmada asediada
de los te quieros que nunca estuvieron.
Levanta la mano pequeñas porciones de tierra
para esparcirlas nuevamente en el camino,
y maquillar las lagrimas
que nunca he visto.
No hay nadie que eleve mi oración
y depositarla en el crepúsculo,
como otro trofeo más
de elegía al otoño
que esta conmigo.

Juan Espinoza Cuadra
México
Noviembre de MMX

viernes, octubre 08, 2010

Labios en creciente de Oropel...

Que te digo….
asombradamente
ensimismado por la turgencia,
y desembarazo
de tus labios.
Líneas desgajándose
abruptas, tal siluetas acotidianas,
tal recuerdo de albornoz y melodía.
Alivio al roce y feroz secuela
de íntimas recreaciones,
desahogo e insinuante dilatación,
suculenta voracidad,
a la que me abandono
tras tu posterior infiltración
poseída de derrame y llovizna.
Irreprochablemente gratos y
vivaces los arrullos
enmascarados en tus pliegues,
cumple la ansiedad al alcanzar
el frote, el acercamiento,
el paradigma del afecto
tras la clandestinidad de la caricia.
Me anido en los frunces
insurrectos de tus cantos y
esquinas.
Tú, abultadamente subversiva
indagas la voracidad del péndulo
en el antifaz temporal
de la boca.

Juan Espinoza Cuadra
México
Octubre de MMX

lunes, octubre 04, 2010

Juan una y otra vez...

Los sucesivos Juanes
son la miríada de espuma
acantonada en la roca
de los barrancos marinos,
el color sepia del desfile de flores
alrededor del ataúd diagnosticado
a morirse de nuevo.
Ese nombre repetido es como el sonido
de herraduras de caballo golpeando
los recuerdos de una familia desecha,
abofeteando las inmensas puertas
de madera rústica
que sirven de entrada
a un señorío desierto y olvidado,
confiscado a la áridez,
incautado al aburrimiento.
No me quiero volver llamar Juan
si en las palmas de mi mano
colocan la baraja de colores.
Me quiero llamar
como el camino infecundo
como las hojas muertas
quizás como las huellas petrificadas,
o tomar el nombre de una piedra.
Abolir el nombre Juan y su significado
de los libros enmohecidos y rescatar
el significado de un alma irreparada.
Nombrarme olvidado y caminar sin rumbo,
calificarme subversivo e
insubordinadamente releer las mentiras,
redefinir la distancia entre la vida
y la expatriada explosión que la angustia
a abolido de mis sueños.


Juan Espinoza Cuadra
México
Octubre de MMX

domingo, octubre 03, 2010

Mesalina...

A esa mujer la baña
la luz amarilla y viciosa
de las luminarias oxidadas,
esa, la de la calle andrajosa.
Despide un perfume barato
que agrede al amor,
con el rasgo promiscuo
cicatrizado en sus labios lavados
de tanto mentir.
Extiende su mano demandado la paga
luego de los minutos confabulados
para asesinar la fidelidad
en un hotel de mugre y soledad.
Regresa al destello tenue e inmoral
encendido otro cigarrillo
en la boca marchita.
El amancebado insatisfecho
cuenta lo que quedo de sus monedas,
llorando la sonrisa hambrienta de los hijos
doliéndo el desconocimiento
de la mujer fiel.
El viento levanta un remolino de polvo
girando una y otra vez la basura
dejando escuchar
la misma absurda tonada,
y los desperdicios caen
a los pies de la mujer,
aún sorbiendo su cigarrillo.

Juan Espinoza Cuadra
México
Octubre de MMX

viernes, septiembre 24, 2010

El legionario de los atardeceres...

Las sombras debaten el grado de albor
que tamiza el techo de vigas de madera,
la oscuridad que asalta el barrunto
de las lozetas de barro cocido,
la conjura que se disputa en los atisbos
de los portales clandestinos…
por ahí anda algún postulante a fantasma
agitando los brazos espantando la alborada.
Bajo un cipres la sibilina lee los caracoles
mientras el aire agita su vestidura escarlata,
en tanto las voces de los chamanes
descienden desde el humo inviolable de la cábala.
El hado y la eventualidad son como hojas secas
esparcidas por el viento en una calle deshabitada,
en una avenida engordada por la fatalidad y la cautela.
Los contornos del hombre no dejan de ser
los trinos mercenarios de un orfebre en desgracia,
de un apostata de la tempestad conjurando
la tranquilidad embargada del mar.
El legionario de los atardeceres
se sienta en la húmedad de la selva
a degustar la savia tardía y aletargada,
a catar los recuerdos que acentúan y
acotan cada episodio de su vida.
En los contornos tenues que ahogan al día
una voz con pies anteriores transita sonidos nuevos,
rostro descubierto al posar las manos en fuego,
cuerpo permeable y taciturno, manifiesto y predecesor,
esotérica e íntima, mujer preñada de lluvia.
Colinda la profecía con el gusto por las proximidades.


Juan Espinoza Cuadra
México
Septiembre de MMX

sábado, septiembre 18, 2010

Frívolo...

Los sentidos se antojan
un ramillete de voces incesantes
comunicando, trascendiendo los eventos,
las casualidades, las palabras,
preceptos inacabables y
exclamaciones desparramadas
en una mesa de vidrio,
inventándose transparentes,
abominablemente cristalinos.
Explotan en la demarcación lenta
de los aplausos,
saltan inadvertidos la teoría,
retozan imprudentes la especulación,
se tornan comedia mientras
se abreva la cerveza fría,
o el trago límpido de tequila
abstrae la eyaculación
del chasquido y sus ecos.
Las lápidas resienten los cambios
de las estaciones en un mutismo soberbio,
igualmente las voces de lo inhabitado
distraidamente quedan apresadas
en las letras oscuras de
los nombres desconocidos.
Los discernimientos toman los autobuses
en las paradas donde el desierto reina
y las comprensiones se hacen frívolas.
Me defino superficial en los laudos sombríos
y esquemáticamente voluble
en la adimensionalidad de mis entornos.


Juan Espinoza Cuadra
México
Septiembre MMX

viernes, septiembre 10, 2010

Jeithan Yeohan

Jeithan Espinoza Ortíz
Eres el amigo que escuchará con atención
mis conversaciones cuando llegue mi ancianidad,
el que procurará acercar un vaso de agua
a mi mano cuando el temblor de la edad,
me haga dificil esa tarea tan simple hoy.
Eres el compañero que lee detenidamente
los interminables bocetos de poesía
que he ido acumulando por todos lados,
y que me felicita hasta por la peor idea
que me atrevo plasmar.
A pesar de ser un joven atestado
de deseos de aventuras,
te quedas sentado a mi lado
mientras te cuento mis historias familiares,
de mi profunda admiración por mi abuelo Juan
mi amor incondicional por mi padre Pedro,
de mi incredulidad por la semejanza
del rostro de tu hermana con el de mi madre Bertha.
Y cuando el cansancio llega y cierro mis ojos
tu creyendome dormido
he sentido tu mano acariciando mi rostro
y he percibido tu beso amoroso en mi frente.
He querido abrir mis ojos mientras te alejas
y pedirte me permitas abrazarte,
pero me quedo con el aroma
que se apropio de mi alma desde
el día que naciste.
Nunca fuiste mío y yo siempre seré tuyo.
Hijo, camina siguiendo el arrullo
de los ríos tranquilos y detente bajo la sombra
de los árboles de amplio follaje.
Sientate a la orilla y moja tus pies
en la frescura del agua y lee para ti no mis poemas,
mas bien percibeme en ti al cerrar tus ojos,
que yo estaré a tu lado abrazandote y
pidiendo disfrutes conmigo los colores del atardecer.

Juan Espinoza Cuadra
México
Septiembre de MMX

miércoles, septiembre 08, 2010

Señora, mi testamentaria….

Señora, te pido te conviertas en mi guía
una vez que ya no pueda dar un paso más,
en busca de lo que se me ha escapado
de las manos todos estos años.
Te vuelvas la relatora de mis historias inconclusas
y me acompañes por las tardes a degustar
ese vino tinto de mi abuelo que aun conservo.
Te tornes mi ama de llaves de las posesiones
que se quedaron olvidadas en los latifundios
de mis ancestros.
Modifica por las noches
mi costumbre por quedarme solo,
calienta mi almohada mientras persigo
estrellas fugaces con mis ojos.
Y cuando ya no este contigo
recuerdáme meciendo mis palabras
en tu silla de madera de nogal,
contemplandome partir
por la puerta derruida,
tras los verbos que nunca fueron míos.

Juan Espinoza Cuadra
México
Septiembre de MMX

La letra I, inicio de….

La letra I inica la vertical forma
de cualquier nombre,
erguiéndo sobre los caminos
encharcados por la lluvia,
una secuela de imágenes
que persiguen una sola aventura,
la de los variopintos colores del atardecer.
Consecuencia y derivación
es el rostro desconocido
perdido entre trazos y matices.
Destaca entre la confluencia
la turgencia de unos labios anónimos,
arrebatados a la esencia misma
de la variedad.
La distancia gotea los caminos
de elixir a bruma y a pasos perdidos.
Y ahí estas tu,
perceptible a todas horas
en los aromas de campo,
a huerta y tierra húmeda.
Las hojas secas vigilan las veredas anegadas
y tu perfume husmea albores en la bruma.
Tus adimensionales cejas compiten
con las nubes cargadas de tormenta
y una música inescuchada te identifica
en el festín de rasgos inmutables.
Deambula tu piel en el caballete
que los crisoles de la edad
robaron a un antiguo amanecer.
Toda mia la letra y su apropiacion
en la terquedad por un ritmo sostenido.
Tallan mis manos la insistencia por tu rostro
en la predilección por lo que provocas.
Me invento desde mi despropiación
cuando ni el canto de las aves
reconocen la luz de la Luna
atrapada en la comisura de tus labios.

Juan Espinoza Cuadra
México
Septiembre de MMX

La mujer y la predestinación…

El destino de ella se ha escrito
a traves de frases ilegibles ,
cincelado en un códice anterior
a la luz invisible.
Su llamado lo rige
una voluntad inexorable,
donde los límites se arrugan
en la linealidad
de una expansión sin tiempo.
Las manos de Dios
son desemejantes,
como disímiles las gotas de lluvia,
o heterogéneos los tonos
de la espuma de mar.
El Universo desborda
sinfín de voces inaudibles,
atrevo presumirme dual,
entre lo tangible y lo inefable.
En el vacío alineado
transita la predestinada.
Quizás no estemos lejos
o puede nos atinemos
en el concepto y expandamos
otra onda y nos encontremos.
A ella y a mi nos infiltra
la melodía incomprensible del infinito,
la vaguedad de la paradoja
la exposición de lo evidente.

Juan Espinoza Cuadra
México
Agosto de MMX

martes, agosto 24, 2010

La muerte de Pablo Espinales

La muerte de Pablo Espinales abrio
las puertas de su casa
a un aroma húmedo,
como si el silencio
y las penumbras de su hogar
hubieran atrapado por siempre,
esa certeza de abandono
que los torrenciales inviernos
marcaron en su vida.
El rechinar de las oxidadas visagras
iguala las promesas quebrantadas
con el acorde unísono arrancado
a la mutilada guitarra del trovador anónimo.
La única rústica vela que acompaña
la dificil visibilidad del ataúd,
la entorpece el revoloteo
caótico de las moscas.
Pablo Espinales es otro pobre más
que muere en otro impetuoso día triste.
El piso enlodado por las carencias,
por la agonía de no morir antes,
embarra los pies descalzos
de los que lloran una vez más.
No hubo palabras de nadie
que recordarán las virtudes
y apegos de Pablo Espinales.
Su existencia fue más lúgubre
que su muerte.

Juan Espinoza Cuadra
México
Agosto de MMX

martes, agosto 17, 2010

La madrugada insomne

La madrugada acecha silenciosa,
encubierta tras la expresión inusual de
un atrapamiento filtrado
en el golpeteo del teclado,
subordinada al movimiento exacerbado
de mis dedos por capturar
el extenuado destello
de la musa postergada.
El sosiego titila la pantalla
a través de la pasiva transparencia
de los anteojos,
y el desfile de palabras alcanzan
a las primera letras
en una cacería inenarrable
de arrebato desbocado y
estímulo enardecido.
Me inclino sobre el respaldo de la silla
procurando conciliar la mudez de las palabras.
Delante están las imágenes de mis padres
colocadas a distancia una de la otra,
simulando el trayecto imperfecto de sus muertes.
En los ojos de mi madre
el destello anónimo de la penumbra
sobre el rostro de mi padre.
Vuelvo al quehacer erguiéndose los claroscuros
sobre la ambigua tez de mis manos.
Los grafías residen embriagadas
en el tono tenue de la madrugada y
en la pincelada ahogada de la aurora desencajada.
Procuro los cortejos sobre caminos empedrados
acompañarlos con serenatas exánimes
y la arrítmica rondalla de mi insomnio caducado.


Juan Espinoza Cuadra
México
Agosto de MMX

lunes, agosto 16, 2010

"Fé"

Yo creo en el vecindario estelar
plagado de vida e ideas.
No creo en la exclusividad terrenal
ni en maderas santificadas.
El infierno es el harapo
con el que abrigan a los crédulos
las túnicas sedientas de gratitud,
las togas marchitas de dinero,
los hábitos enmohecidos.
El infinito contiene
la inmedibilidad del tiempo inmaterial,
la perpetuidad lúcida de los ciclos,
ahí yacen vedadas las transcripciones,
la herencia transmutada
en pulsos y diapasones.
Dios nos lego el confín y la vastedad,
el arrojo para multiplicar estrellas,
el valor para transfigurar dimensiones.
Nuestra deidad no limita lo incógnito
a simulacros humanoides de barro,
o arengas agotadas
ni a afirmaciones quiméricas.
El Dios en el que creo
supera lo subrepticio e insondable
de las escrituras judaicas,
excede las interpretaciones antojadizas
de los ungidos.
Dios es una constelación que explota
cada vez más intensamente en mis sentidos,
afirmando mi procedencia sobrenatural,
aseverando mi consanguinidad
con lo inmarcesible

Juan Espinoza Cuadra
México
Agosto de MMX.

martes, agosto 03, 2010

Reflexión antigua y actual…

(Photo by Juan Espinoza Cuadra from México)
Me ha tocado descender
de la cúspide de la montaña,
muchas veces queriendo, otras no.
Cuando he estado anuente
lo he hecho sobreextasiado
ante la nitidez de los trazos
con que mis ojos
se han sobreabundado,
al no retener la magnitud de los colores
en la limitada percepción de mis pupilas.
Mis oídos han colapsado ante el éxtasis
de las ráfagas del viento,
derrumbado ante el sonido embriagador
y silencioso de los bosques.
Ante el azul arrebatador del cielo
he enmudecido y ha sobrevenido el vértigo,
flanqueado por el derrumbe anunciado
por la vastedad que dilata los sentidos.
Cuando han provocado mi descenso
he enumerado los colores del pasto seco,
desde aquellos semejantes al Sol
aparecidos en las mañanas por mi ventana,
hasta aquellos matices perdidos
en la profundidad de mis trazos postergados.
En el yermo de la llanura arrinconada,
el canto lánguido de los cenzontles
han acompañado mis pasos desguarnecidos.
Me he deshabitado tantas veces
como los brotes de los elotes
en el invierno y la milpa inacabables.
Estoy sentado al borde de una línea
que se debate entre una oración antigua
y un credo que me angustia.

Juan Espinoza Cuadra
México
Agosto de MMX

lunes, julio 26, 2010

Entre el hoy y mañana…

(Photo by Pablo Benavente)

Cuando no estás, me embarga el silencio
ese que repta coludido con la apatía.
Cuando estas ausente hago malabares con tu nombre,
procurando acomodar los sonidos,
tu risa distante, el chasquido de tus dedos.
Con pies descalzos sobre la tierra mojada
tiro las hojas humedecidas sobre las raíces de los árboles.
Te busco en los ecos, alejado de ti y tu sin mí.
No hay nada y el verde de las hojas
remolinean tus caricias en la distancia
que se abufanda en el frio de mi espalda.
Te procuro el beso desterrado
encontrado desperdiciado en la aridez de los cerros,
en la inmensidad del barro de las calles inundadas,
en el olor de las tortillas y el atole de todos los días.
Te regalo uvas verdes para que las atrapes
en el límite mas alejado de tu escote,
Te ofrezco aislamiento y clausura para
te inmoles en verano.
Te acompaño en el vacío de las calles,
te custodio en el yermo de mis manos.
Aspiro abrazarte en el anonimato y despoblado
de las esquinas cuando llegue la noche.
Probarte ante el acoso de mis besos.
Pero estás suspendida en el líndero del arcoíris
ahí donde ni mi despedida te alcanza,
donde no sientes mi expatriación
y me recuerdas despojada entre tus almohadas.
Me desrefugio de ti para que me ames
desde la nube cargada de lluvia en tus ojos,
y mañana me encomiendes
la tarea de hallar en mi pecho, tus otros besos,
los inexistentes, los desaparecidos, lo que no son míos.


Juan Espinoza Cuadra
México
Julio de MMX

martes, julio 06, 2010

La playa desierta y tu...

Dejas tus huellas en la arena
a propósito de apocar la luz.
Rehúsas tu nombre en el borde
de la exclamación atormentada.
Arrogante transitan tus rubores
en la simplicidad del suspiro.
El vestido de flores del pasado otoño
lo mastican las olas en el polvo de mis ojos.
En el arrecife preñado de gaviotas
tus zarcillos están ausentes como tu aroma de ayer.
No habrá promesas colgadas en los tendederos
cuando los peces regalen sus colores nocturnos.
Sobre la playa siluetas de oropéndolas
abrevan la cortedad en tus senos.
Amainan gotas de lluvia desde la tormenta.
De pie miro la implacable, la lejana
e irreconciliable última línea del mar
asida al último meandro de mis ojos.


Juan Espinoza Cuadra
México
Julio de MMX

jueves, junio 24, 2010

Al borde del lado oscuro de la Luna

(Photo by Pablo Benavente)


Quiero te sientes en el borde
oscuro de la Luna,
contarte una historia al oído
que no he contado a nadie.
Hubo días que quise
atrapar las gotas de lluvia,
hacer un collar con ellas,
y ponértelo al cuello
mientras metíamos los pies
en el ir y venir de las olas del mar.
Pero tú estabas en la otra orilla
zurciendo lo rutinario
bajo la sombra de los tamarindos.
Grité tu nombre y los pericos volaron
en una estampida ahogada en mis manos.
Me desnude esperándote
y las hojas verdes y húmedas
revolotearon la lluvia.
Siempre he estado solo
y tú siempre has acariciado
el significado de la distancia.
Tu piel distante
es el susurro del mar.


Juan Espinoza Cuadra
México
Junio de MMX

martes, junio 15, 2010

Oropel y desacierto

Tras tus pasos,
tu halo rezagado,
desconocido,
efluvio de colores matizados,
tonos desconocidos
aromas inciertos,
intocables,
sacros a mis manos,
entonces me atavió
profano de ti.
Extiendes tus verbos
en seguidilla de desaciertos,
tus palabras suspendidas
en los espacios
renunciados por la lluvia.
Te deleitas los días de tormeta,
con tus dedos de los pies
entrelazados a los míos.
Los aromas de la tarde
de tierra roja, húmeda,
los degustas en el verde brillo
de las hojas de los platanales.
Desheredada irrumpes la secuela
y se preñan tus labios
de oropel y desacierto.


Juan Espinoza Cuadra
México
Junio de MMX

lunes, junio 14, 2010

Abstracta y dimensional...

(Photo by Robert Meyer)

En el mural de un pueblo perdido
logro atinar un rostro profanado,
entre la inexactitud de las pinceladas.
La silueta de un cuerpo de mujer habitada,
herida por las cicatrices del calendario,
mira hacia la postrimería de la tarde.
Los colores tenues revelados
por la asimetría de luz de las faroles,
bregan por la tarde desperdiciada.
Tropiezan los manojos de albor
entre los cabellos agitados
de las banquetas desamparadas.
Mi anonimato tira piedras a los charcos
desde un ventanal agredido por los años.
El pueblo desconocido murmura
la lamentación impronunciada,
abandonada por la amante
en el rostro cicatrizado de las esquinas.
Deja de ser mensaje tangible
y se vuelve magia en las pupilas.


Juan Espinoza Cuadra
México
Junio de MMX

Esa imagen...


Tu piel es una extensión pérfida
de mi aproximación,
a la concepción de los caminos
de tierra húmedos.
El violeta tiene entre sus labios,
una rama de pasto,
el rosa juega con una manzana
en las manos,
el oscuro del fondo atiza la noche,
la oscuridad.
Me escondo en las tinieblas
para encontrarte,
y tú, desinhibida exhibes
lo que me gusta de ti.
El purpura de los trazos se quedan
en la corriente tranquila del riachuelo,
en el heno que adormece a la vera del camino,
en el baile tranquilo
de las hojas del árbol de limón,
y los días pasan en la soledad de la vereda,
acostados los días en
los troncos adormecidos,
y llueve, llueve cada día, cada noche,
oyendo el interminable canto de los grillos,
escuchando el relinchar de los caballos,
el ladrido del perro vagabundo,
la voz de la esposa recriminando la ebridad,
la llegada madrugada del marido.
En tu piel escribo los trazos
de la ansiedad de mis labios,
semejando la noche que te gusta,
la codicia de mis manos,
mis dedos transitando pliegues,
las turgencias amadas,
desinteresado allego cada parte tuya y
decididamente me haces para ti.

Juan Espinoza Cuadra
México
Junio de MMX

miércoles, junio 09, 2010

Borrasca

Se cuela la abstracción por la rendija,
la puerta de madera, derruida por el tiempo,
llora la novedad, gimotea las caricias.
El pasto seco
esconde al mediodía.
La taza con café
es tan incierta
como la mañana
de mañana.
Los cacharros se rebelan
al dictador anónimo
y la soledad
maquilla el fondo del patio,
de huecos oscuros,
de maderas podridas,
de charcos de lluvia,
de moho y descuido.
Los viejos zapatos
se hacen más viejos
al leer las figuras.
Al tocar los tonos grises
de los escondrijos,
se sepulta la mirada
en el olvido.
El cielo está descompuesto
el viento abofetea los arboles,
y el remedo de hogar
resiente la ventisca.

Juan Espinoza Cuadra
México
Junio de MMX

jueves, junio 03, 2010

Golpe y sometimiento

Golpes hiriendo la garganta
atraviesan los días
hospedan noches de pesadillas,
provocan vacilante la respiración.
El sudor insistente, inquieto,
las infinitas vueltas, la desesperación.
Erguirte, caminar descalzo
buscando lo que no está.
Las penumbras son el cielo
la vastedad, el mar.
Tu nombre habitando la vida
deseo perdido en la soledad.
Tu recuerdo irreflexivo,
las hebras de tu pelo tejiendo aromas,
tu mirada hundida,
los pies despojados,
las manos buscando labios,
la terraza sola, la mesa, las caricias,
violenta el silencio tus besos.
Te abres y me apropio de ti,
inconsciente, desapercibido,
irreal y obtuso, me declaras tuyo.
Y dentro de ti evoluciono
a rudimentario y algarabía,
suspiro en tus pupilas allanadas,
avasallando los resquicios de tu piel.

Juan Espinoza Cuadra
México
Junio de MMX

sábado, mayo 29, 2010

“Detrás de la puerta”



Detrás de la puerta
escondo tu nombre
en una hoja de papel
que dejo de ser blanca.
La habitación está parcialmente vacía,
contiene mi andar lento,
mis libros viejos, el olor del calor,
los zapatos tirados, el librero de madera,
una pluma, las cortinas de telarañas.
En la mesa pequeña un vaso sucio
donde lleno del agua las tardes.
La casa es un episodio
de cantos de gallinas alborotadas.
Tu nombre sigue siendo un evasor
transeúnte de alguna otrora alborada.
Apoyo mi espalda en la pared despintada,
los trozos de la vida yacen desperdigados
por el piso mascarado de suciedad.
Mi rostro adelgazado por las circunstancias
lo toma entre sus manos lánguidas
el bostezo, la ira, el desencuentro.
Nunca fui el guardador de tu nombre
ni nunca fuiste mi último secreto.

Juan Espinoza Cuadra
México
Mayo de MMX

viernes, mayo 07, 2010

Profanation

(Desierto de Zacatecas, México)

No todos los días cuelgo
en el tendedero
el ocre de las hojas secas
la resequedad de mi otra vida,
el árbol agonizante
la lágrima solitaria que brilla.
Mancillé la montura del viejo corcel.
El lustre de la desgastada piel
adormece la tibia agua del rio,
las manecillas de mi reloj de madera
blasfeman en un acordeón tardío.
Te nombras herejía y
a la luz de las velas
los cuervos desfloran tu piel.
Irreverente te desnudas
tras las sombras de la tarde.
Ya no pronunciaré tu nombre
ni solicitaré me acompañes
viajar en el acorde
de mi Unicornio.
Repudio tus raíces petrificadas,
el agua yace congelada
y en ella, tu liviandad.


Juan Espinoza Cuadra
México
Mayo de MMX

martes, mayo 04, 2010

Canto de festejo


Soy tan común
como tu despertar
por las mañanas,
usual como el eco de cada día.
Habitual como tu retozos,
frecuente a través
de tu saludo
de buenos días.
Familiares tus movimientos
al erguirte de nuestro lecho,
tradicionales los encuentros
de las miradas,
acostumbradas las voces
que no y nos decimos.
Tu aroma abunda
el entorno de la costumbre,
tus pasos por la habitación
sobrepasan el umbral
de lo conocido.
Mi aniversario eres tú,
invadiéndome de luz contigo.
El hombre que se jacta
ser el que conociste,
el de los hábitos que amas,
lo consuela la desgana
y pasan los días
desde el apaciguo de
todo lo que tú me significas.


Juan Espinoza Cuadra
México
Mayo de MMX

lunes, mayo 03, 2010

I declare you away from me


No te esperaba y tocaste a mi puerta
en esta madrugada en la que aún
no logro despertar.
Tu sonrisa temblorosa se dibuja trémula
en el agitado rostro del café frio
que no logro asir todavía en mis manos.
Tu voz vaga como tú lo has hecho
estos años que han pasado sin arraigos,
intento acudir a tus pensamientos
y me percato que sigues evasiva,
que tu escapismo es convicto
y que no estás acá, conmigo.
Enfundo tu ausencia dentro
de mis pijamas y se eriza mi piel,
mis labios te mascullan en silencio
desconozco tus sonidos
cuando no estás,
no puedo olvidarte y cierro la puerta
y atisbo los rayos de Sol,
tiro mis lentes sobre el sofá
y nuevamente no estarás
abrazada a mi pecho,
porque tús manos aún no logran
la proximidad, la inmediación
a mi orfandad de ti.

Juan Espinoza Cuadra
México
Mayo de MMX

domingo, mayo 02, 2010

The Black Rose

I give you a black rose,
smell the evening taking it
in your hands,
not defokiate,´
store it in your chest
and i will be by your side
until dawn.
Involved in the aroma
of my hands
open your lips to entertain
the remoteness.
I give you my goodbye
you give me your farewell.
In the end,
you are the black rose
and I
who never knew you.


Juan Espinoza Cuadra
México
Mayo de MMX

domingo, abril 25, 2010

“One step at a time”


A Norma Jirón Cuadra,
mi hermana.

El árbol de limón de las disputas
el de los reclamos a tu madre
por la libertad concedida al hijo menor
por los juegos, los recuerdos, el abuelo muerto,
perpetuar el apellido.
Ahí se edifico la hermana mayor y el niño,
los regaños, la mirada fría,
la ausencia, el desamor, el olvido.
El parecido indiscutible con mi madre
tu tez aperlada, la preñez de tus cejas
tus rasgos infinitos, tu voz y tu caminar.
Te ame al abrir mis ojos y me duele amarte,
la lejanía, los abrazos que no nos dimos.
Soy inocente del embarazo de tu madre
soy inocente y en mi sitio de culpable
es el silencio impenitente de estos días.
Tus manos se extienden como arrullo,
en tu espacio me hago de tardes soleadas,
el calor me adormece en tus brazos,
las paredes blancas de tu casa
acarician mis mejillas y tu pasto es una bandera
en el umbral de tu puerta.
Te levantas y en tu cocina aderezas mi vida
y me inclino desde el sitio que tienes para mi,
y te reconozco mía.
Tus brazos son como una lluvia interminable
tu sonrisa descansa en cada rincón de tu casa.
Quiero llorar porque no puedo escribir
todo lo que siento por ti….
quiero inventar las mariposas y con sus colores
adornar el contorno de tus labios…
te quiero con tu sonrisa de siempre
andando por las calles con tu vestido blanco….
que mis lagrimas no caigan en tus blancas manos…
que mi voz no te lastime ni ser lo que no quisiste fuera.

Juan Espinoza Cuadra
Abril de MMX
México.

viernes, abril 23, 2010

Resurrection at dawn


Te restauro desde los recuerdos
que acaparo de ti,
recordando las palabras
que adularon mi rostro,
perpetuando la suavidad de tus manos
al acariciar con la ternura de mil años
mi pecho.
No te reintegro por el vino inexquisito
de la Fé que no tengo,
ni descalifico el exorcismo mesiánico
que te traiga nuevamente a mi vida.
En ti no hay tumbas
ni sepulcro que pueda cerrar tus labios.
Saltas los espacios entre mis dedos
y te nombro eterna y atemporal,
vestida de azul, estela y rocío.
Te veo recostada a los colores
del amanecer,
adormecido tu nombre
en el costado impronunciado
de la muerte,
palpitando la soledad que atrapa
tus bostezos en el letargo,
y disparando cometas contra
mi piel huérfana de ti.


Juan Espinoza Cuadra
Abril de MMX
México.

martes, abril 20, 2010

Canto L

Te aseguro no te impondré
un adiós en los labios
ni mis recuerdos ni mi besos,
cuando me haya despedido de ti.
Me iré de tu vida como llegue,
anónima y silenciosamente,
y te recordaré igual que aquella tarde.
El lugar simulaba deshabitado y
se imponía tu presencia.
No había silencio,… como si lo hubiera
habían personas,… como si no las hubiera,
ahí estaba yo, tú… como si no estuvieras,
y ahí estabas tú, …también yo.
Cabizbajo vi tu sombra alejarse
reflejada en la brillantez de la superficie
en la que tus pies taconeaban
un monótono acorde…
antes de perderme de vista,
me despediste con tu espalda.
Los desencuentros huelen a olvido
inquieren culpas y adolecen ofensas,
desprenden un hedor cobarde
por las tardes coloniales
cuando las sombras hacen la siesta.


Juan Espinoza Cuadra
Abril de MMX
México.

viernes, abril 09, 2010

Agravio

Nunca te fuiste, en silencio estuviste
aguardando un gesto, una mueca,
yo, sin perdonarte el agravio,
mastico el dolor, la herida, el tormento.
Tus labios me pertenecían
ahora sobreabundan inexactamente mi boca,
tus manos acarician mi otro rostro,
tus sueños me nombran de otro modo.
Entro a nuestra habitación y me miras
y te ignoro,
me duele la expresión triste de tus ojos,
el guiño abatido de tus labios,
y te acomodas a dormir a mi lado
en la cama que se nos escapa de las manos.
Apresuro acomodar las cosas acomodadas
estimulo al sueño en la oscuridad y el silencio,
incito el abrazo de las sombras
desde la penumbra dormida de tu cuerpo.

Juan Espinoza Cuadra
Abril de MMX
México.

martes, abril 06, 2010

Canto XX


No me preocupa te asegures que
no siento nada luego de recibir tus besos.
Que tus mensajes dejaron de tener la importancia
del acento en las palabras mal escritas.
Tus regalos están tirados en el fondo de un cuarto
cuya llave esta en alguno de los botes apilados
en uno de los tantos lugares olvidados.
Me preocupa se estén secando los lagos,
el poco caudal de los ríos,
la creciente polución de las ciudades
y el deshielo de los glaciares.
No me preocupa me busques a cada momento del día
ni que sepas me escondo de ti en las letras.
Me preocupa que el aroma que me enloquece de aquella mujer
lo perciba otro hombre, que provoque a otro hombre,
que otro hombre se adentre en mi potestad.
No me preocupa te sientas traicionada
te sientas defraudada por la infidelidad del fantasma,
en que me convertiste cada noche
en cada rincón de la casa.
No me preocupa caminar solo
arrugando papeles dentro de las bolsas de mis pantalones,
contando las pocas monedas depositadas en mis manos.
No me preocupa me tilden de impostor del color del ocaso
cuando arrastro una pluma sobre el pavimento desierto,
en el camino polvoriento de los naranjales.
Me preocupa no ser contigo como aprendí serlo
y ahora analices lo que nos sucede
cuando sabemos somos tempestad e instinto
y que en tu vértice soy yo mismo y tu cierras los ojos
mientras caminas sobre mi mástil al precipicio.


Juan Espinoza Cuadra
Abril de MMX
México.

domingo, marzo 28, 2010

Duelo por David

David es el árbol de limones en el patio de la casa de mi abuela,
de donde se toma el más verde, el más agrio
para el mondongo de los fines de semana.
David es el esposo de una de las hermanas de mi padre
que transita en el calor de la tarde en busca de las cebollas,
del chile, los jitomates, del vaso limpio de aguardiente para mi abuelo,
y ríe la certeza de sus hijos en la mesa del patio.
Ruiz es el primer apellido de mis primos
y depositario de la confianza de mi padre,
para la aventura de su hermana en las noches de Managua y de plenilunio.
No sé cómo se conocieron, mi tía muy joven, soñando
el color de los atardeceres y enamorándose de la hidalguía del caballero.
Ena regalo muchos hijos a la vida, como noches de amor y tardes de conversación
Ena, brindo su amor en el claustro
de la casa que se construyeron,
ahi tambien pernoctaron sus palabras de amor,
ahi se guarecieron de los demas
bajo la sombra del follaje del árbol de mango.
Ena no escondió su amor de las interrogaciones,
de sus hermanos, de sus padres, porque al amor no se le interroga.
Gladys fue el refugio de sus confesiones y Pedro el apóstol de su amor.
Hoy, el Quijote camina descalzo hacia el ocaso
y ella se ha quedado sola, sola con los sueños,
sola en su cama, sola con sus recuerdos, sola con sus hijos.
Estamos nosotros, los de siempre,
aguardando igualmente los atardeceres.
Ahí esta Josefa, Juan, René, Fabio y Pedro,
Ena, las rosas que plantaste florecen,
nuevamente en la tarde que decidiste mirar al Sol.


Juan Espinoza Cuadra
Marzo de MMX
México.

martes, marzo 23, 2010

The Drunken Man sitting by the Sea

Las hojas apresadas anteriormente en mis manos
ahora vuelan junto al embate de la ventisca.
Este verano inusitadamente radiante,
raspa la garganta tras el trago cristalino de aguardiente.
No motiva leer ningún periódico ni escuchar la radio,
los programas de televisión adulan al capital,
las mujeres quieren volver ser niñas y
las niñas manipulan trozos de papel para agenciarse
una moda que perdura tras los bostezos.
Descalzo, hundo los pies en la arena y la botella gira, gira
libre en el arquetipo de los cañaverales,
y la extensión de la costa la arrugo en la palma de mi mano.
Fuera del mar se conspira por el agua,
el arcoíris de los sedientos no tiene colores,
en el estomago de un delfín
una botella de plástico pone en peligro
la próxima página.
Otro trago de aguardiente y mis piernas le hacen zancadillas
al hombre que vende paletas de hielo,
a la mujer que acompaña al hombre vende paletas,
a los hijos de éstos autómatas a los que capitalistas
robaron el futuro.
Mi sombrero de palma, humedecido de sudor,
a aroma a licor, me protege de la tormenta de arena,
y solo he podido conservar una hoja en blanco
para que los hermanos del delfín conozcan la historia,
la declaración final de los magos del socialismo.


Juan Espinoza Cuadra
Marzo de MMX
México.

miércoles, marzo 17, 2010

El hijo inconcebido

El reloj de tu tiempo no coincide
con las migajas que deje
sobre el sendero en el bosque
para encontrarte,
y en mi cama desarreglada estas ausente.
Despierto sudoroso, angustiado buscándote.
No estuviste en mi adolescencia, no estás hoy.
Aún vagas en círculos por la línea del destino.
Tu cuerpo desnudo, sudoroso se escapa,
huye por el viñedo y no logro alcanzar,
tu aroma, tu halo, tu estela.
La muerte nos tomará percibidos de nosotros,
nos oportunaremos y se hará como deba ser.
Sin bautizos, ni Dios y otra historia,
te haré concebir la flor abierta bañada de rocío,
el hijo inconcebido, y explotará tu llanto
en la vereda empedrada de los verbos.
Podrás ahora murmurar mi nombre en mi oído,
quedamente, mientras secuestras mi mano
en el remanso y tibiez de tu pubis.
Altar desnudo sin velos ni atavíos
totalmente traslúcida me uno a ti,
y con la hierba seca adherida
a nuestros pies desnudos,
te conquisto en tu ensenada preñada
de escarcha.
Tomados de las manos conjuramos
la medida de los días,
la ciencia que nos señala tu preñez inacabada.
No hay nombre para el hijo que no te engendre.
Su llanto susurra cada luna oscura.
Lo perdí tras dejarte atrás, lejos de mí.
Lo perdiste tú al desertarte, al asumirte remota,
y a la distancia evadirte inmemorial.

Juan Espinoza Cuadra
Marzo de MMX
México

viernes, marzo 12, 2010

Mountain Poem

Se antoja comparar el sentimiento de paz
que provocan las montañas aledañas
con las necias ganas de responder al cuestionamiento
de la atemporal indiferencia.
También se pretenden así las cosas.
Comparativas. Usuales a las escalas.
Con sus rostros despoblados, aguardando.
No importando las revoluciones en las laderas,
ni las osamentas, ni el anonimato, ni el vacío.
La voluptuosidad silba despreocupada por las terracerías,
inciertas se vuelvan las noches
a como precarias las despedidas.
El viento repta impunemente los empedrados senos.
Fálico se agasaja, invade, viola y se place.
Se retrae y vuelve.
El gris es estático y olvido.
Las montañas no alardean habituales fisionomías.
En el verano, la lluvia se deja llevar por sus antojos y caprichos.
En el verano, sus rostros copulan medianía y hastío.
La mueca de frescura escribe del posterior otoño.
Batallan los milenios y generaciones.
La mesiánica promesa eyaculará el pétreo tálamo.
Entonces la culpabilidad hipócrita escupirá su falsa frigidez.
Invadidas irremediablemente, desfloradas irremisiblemente
se inventaran un carrusel de inimaginables aristas.
Entonces impondré una invocación tras la confesa promiscuidad.

Juan Espinoza Cuadra
Marzo de MMX
México.

jueves, marzo 11, 2010

“El poeta catrín de cuna de arrabal”

Ese poeta es frívolo y su vaso de champagne
contiene la espuma de las gárgolas.
Viste de negro riguroso y
brilla el charol de sus zapatos
en el hambre del niño de la calle.
Ese poeta es superficial y su plato de caviar
inmisericordemente diezma al mar.
Su bastón tiene un extremo de oro
el otro de marfil y el humo de su cigarro
sanea con su hedor la voluntad de Dios.
Ese poeta es fútil y sus mujeres bailan
la danza de la muerte al amanecer.
Su tumba es de roble y los clavos de plata
no hay cristal para contemplar su rostro
no hay transparencias al final de su jornada.
Ese poeta es trivial y
la tierra negra resguardando su ataúd
la tomo de las laderas del Popocatepetl
un duende de arena y alquitrán.


Juan Espinoza Cuadra
Marzo de MMX
México.

Ella mi dominio, su cuerpo mi usufructo


La cofradía de fantasías
ha depositado en sus manos
los remiendos del árbol invadido,
las hojas caídas, pisoteadas por el heno
hurtan la palabra bella de los labios.
El coleccionista de guijarros
cata el licor asido de los años,
el Dante Aliguieri oculto en canicas de madera,
da paso a los murmuros por las ventanas.
En el mercado los chapulines saltan en hogueras
en las taquerías el mezcal descansa la noche
en sus senos sacie mi terquedad obsesiva
en el compas de sus piernas libere mi halito
en dirección de la intransigencia.
Entierro en la arena mi estandarte
y grito su nombre para tomar posesión de ella.
Todos sus fragmentos me pertenecen
la incauto en cada deseo, ella mi feudo,
ella mi dominio, su cuerpo mi usufructo.



Juan Espinoza Cuadra
Marzo de MMX
México.

miércoles, marzo 10, 2010

Free version of the Wedding at Cana

Turbulento el vacío de la ánfora sin vino
y María, la ojinegra, preguntando por el elixir permitido,
y la respuesta interrogativa que los minutos
no alcanzan la sobriedad de las horas.
Los seis recipientes de piedra guardan
solamente un par de sandalias de marfil,
las antorchas queman el antiguo aceite
con el apellido humo de las teas,
en los cien litros anónimos de pies veloces.
El agua se ha escapado de las tiendas
y las tribus nómadas abrevan en el brocal del pozo
mientras el mayordomo acaricia los cantaros
de las mujeres que danzan para la noche.
El novio limpia con sus manos
el albornoz de la ebriedad y
el aroma a almendras
fusila los ojos de los eunucos.
El mejor vino anega de sabor turquesa
los hilos dorados de la blanca vestidura,
y el primer milagro baila con las doncellas
en el plenilunio de la tormenta.


Juan Espinoza Cuadra
Marzo de MMX
México.

Canto 3


En las cincuenta y dos semanas insufla al verso:
el barro, la guerra, la inevitabilidad,
explosión en las entrañas muertas,
los atardeceres maquillando pubis desiertos,
y entre los escombros el ronquido de las cucarachas.
Los árboles leen del verano los frutos,
somnolientos, y el viento levanta polvo de las tardes.
Detrás del Sol un rebaño de ovejas
pasta el verdor y una estufa quema el pan.
Eriza la piel un recuerdo que gotea cada noche.
Mi montaña eres tú y edificaré mi heredad.
Las botas del campesino lloran en la vereda
hundida en fango, hundida siempre.
Un cortejo duerme en Abril la muerte de Junio
y los collares de plata se incendian en el atrio.
El reloj marca los incendios de tu rostro
y la venganza del barco de humo.


Juan Espinoza Cuadra
Marzo de MMX
México.

viernes, febrero 19, 2010

“Me entusiasma tu adiós”

La puerta de hierro del cementerio
tiene la altura del adiós
que dejaste escrito en líneas difusas
en la puerta de mi casa.
Es Noviembre y el camino silba
en medio del desconcierto, tu nombre,
y en los sepulcros encuentro
por lo menos una letra que te recuerda.
No hay flores aromáticas en mi mano
no traigo ninguna tarugadilla que nos una.
Llevo conmigo lo último que escribiste
en aquella vieja cuartilla
que encontraste bajo tu cama.
En mi cajetilla de cigarrillos cabe tu encendedor,
el de color rosa con el que dibujabas
conejos copulando sobre los colores del atardecer.
Y el bar donde te embriagabas
aún se seduce del castaño de tu pelo
y de la redondez perfecta de tus senos.
Fuiste sugerente hechizo
y pubis depositario de mi inflamada
inclinación por ti.
Deposito sobre el Cristo de madera
colocado en el promontorio de tu tumba,
el viejo trozo de papel y en él,
el poema que enajenada de alcohol y sexo
me escribiste y no he leído.
Algún año regresaré y nuevamente no estarás tú,
ni el poema ni yo.

Juan Espinoza Cuadra
Febrero de MMX
México.

sábado, febrero 13, 2010

Lequation

La vida se vislumbra un juego incierto
de encuentros y desencuentros,
mientras se suceden en su marcha predestinaciones
sospechosas y puede, predecibles.
Alguna mujer con etiqueta de elegida
camina por la alfombra del atardecer,
deteniendo su paso frente a los cristales de los restaurantes
buscando entre el barullo, los meseros y, las copas.
El viento frío de Febrero corre raudo por la avenida de la metrópoli
lo acompaña el hombre inexistente, el que ella busca y no está.
La ciudad con sus amplios boulevares,
inundada de fachadas relucientes,
la mira a ella caminar sola y sus pisadas lentas
debaten bajo el tendedero del desamor.
Su gabardina oscura se aleja entre los rótulos de detente
y las a veces rojas, en otras amarillas y casi siempre verdes luces
iluminan el camino disimulado tras el pelo revuelto de los caprichos y
se apagan en el trago a destiempo de las manías.
Desde otro punto de la vida observo el terciopelo oscuro de su espalda,
y el descenso conduce a orquestar un beso en sus caderas.
Pero cada letra que emerge de la espuma del mar es inaudible,
en la masa del pan de la mañana se vuelven mudas,
y el barro de la taza más antigua aguarda el holocausto del sonido.
La nieve de fresa y piña que saborea la cabalgata de nubes transparentes
se derrite lentamente dentro de la copa de cristal que ella dejo abandonada.


Juan Espinoza Cuadra
México
12 de Febrero de MMX

miércoles, enero 20, 2010

Mis dedos en tu encrucijada..


Al cerrar la puerta y quedar ambos a disposición del espacio proscrito,
mis pasos lentos, a propósito, me acercaron a ti,
e insinuante dejaste escapar el temblor de tus manos
a través del brillante borde de la copa de cristal,
y el sonido sosegó tu respiración apresada entre mis labios.
Te transformaste en sudorosa acuarela de fulgentes colores,
bailando tus senos tatuados de cuerpos celestes
una danza de atardecer violento y noche de descargo y recompensa.
En tu voz lúdica y estrangulada se escribió la primera anécdota
de nuestra historia clandestina.
Despojarte de los variopintos pétalos que escondían tu piel
dejo de ser una especulación para mudar a descifrarte total,
de lo abismalmente etérea transfiguraste a cálida humedad,
manada desde tus ojos con el atavío suplicante de irrumpirme en ti.
Mi vestidura quedo sobre la alfombra de colores viejos,
y se extravió el pasado en el cañada que bautice con tus huellas.
Te percibí cálida ráfaga de aire veraniego sobre aguas verdeazules,
te descubrí frontera carente para delimitar nuestro acto de lascivia,
te avisté cabalgante y atrapándome entre tus rodillas.
Trazos azules en la demarcación misma de tus caderas
coloco con el beso que he guardado desde el occidente de mis costillas.
Sin ropas ni argumentos acércate a mi árbol de los homenajes
y que el afán delire y se embriague la cópula y se apareé tu pelo al aire
y tu resquicio con mi cuerpo enajenadamente turbado.
Que los néctares te abunden, te llenen e inviten montar al Unicornio
al unísono de sus bramidos.
En tu encrucijada coloco mis dedos distantes y deletreo tu nombre.


Juan Espinoza Cuadra
México
Enero 20, MMX

sábado, enero 16, 2010

Es para ti...



Si no me hubiera despedido aquella tarde de Sol abrasador,
en la que el calor por ti ardía en mi sangre,
y palpitaba en mis dilatadas venas.
Fervor exaltado por el verano y por los besos
que no encontré en tus labios.
Y si te hubiera dicho lo que sentía por ti, haber tomado tu mano,
posarla en mi pecho, deshacerme de las conjunciones del idioma
y arrebatarte de la vida para mí.
Cuando partiste sin despedirte me derrumbe sobre una playa lejana,
y recorde las pocas veces que pude estar contigo.
Aquella noche, sobre todo, cuando me invitaste a bailar,
la melodía que no recuerdas y que no puedo olvidar,
y el aroma de tu cuerpo y tu mirada que me recorrió pleno.
Era tuyo y no te quedaste conmigo.
Las interrogantes que hoy extiendo en mi escritorio, no son tuyas.
El viento agita los arboles de tu calle con la misma intensidad
con la que tu recuerdo sacude el pasto de la casa que no tuvimos.
Somos un eco que se parte entre las solitarias y desiertas montañas,
un ruido que habita tu piel y rumia soledad y masca olvido.
No tuve el valor de confesarme ante ti, ni tú pudiste sincerarte.
Te quería expresiva, inundada, desmesurada y... callaste, y ahora,
las gaviotas revolotean nuestros techos asimétricos, adimensionales, espectrales... y vagamos por los acueductos
pintando recuerdos en las húmedas paredes.
Hoy te hago mía cada noche, en mis sueños,
porque no me diste la oportunidad
de regalarte un acorde de lluvia y con él tatuar tus senos.
Mis manos se deshacen al derramarse por tus caderas,
manoseando caricias que yacen muertas por los años
que no has estado conmigo.
Te fuiste volando solitaria en una hoja seca y
sigo sentado ante el atardecer,
aguardando una ráfaga de viento y te deposite en mis manos.
Estoy descalzo con mi camisa blanca,
la barba crecida y los ojos pintados de un abstracto desconocido,
aguardando a que pongas en tu mesa de roble
mi botella de vino.


Juan Espinoza Cuadra
México
16 de Enero de MMX

martes, enero 12, 2010

Vamos a bailar...


Desde mi entrada al salón insistí en encontrarte
y te hallé tal cual lo había imaginado…
irremediablemente deslumbrante enfundada
en el ajustado vestido color rosa que resaltaba
el amazónico azabache de tu largo y negro pelo.
Me detuve mientras elevabas tus ojos hacia mí
y sentada me contemplaste desde el brillo
exacerbado por los destellos del entorno de tus pupilas.
Tus ojos me hicieron un recuento exacto de todos los besos
de todos los abrazos, de todos los sueños
en la historia que tu habías compilado de ambos.
Mi mirada te recorrió tal cual extensa al ponerte en pie
y tu silueta en el ámbito mismo del contorno de tus caderas
provoco un escalamiento de suspiros reprimidos y
extendí mi mano y tu regresaste la refulgente copa de vino tinto
e invadiste con un vórtice de golpeteo sanguíneo con tu mano.
Te acercaste hundiendo tu mirada en mis ojos
provocativa insinuando al acercarte tus rojos labios
y percibí el húmedo y cítrico rocío de tu perfume,
temblaron mis labios al ritmo y cadencia
de la música suave que te envolvía y centelleaba
alrededor tuyo.
Te tome de la cintura y distinguí tu jadeante respiración
en mi cuello mientras tus brazos
se posaban delicadamente en mis hombros.
La eternidad dejo de ser un término ocioso
tras los dóciles movimientos de tu cuerpo,
y las armonías de mi baile contigo al cerrar mis ojos
me provocan un sutil éxtasis cuando no estoy contigo.


Juan Espinoza Cuadra
Mexico
Noviembre de 2009

viernes, enero 08, 2010

Ahí estuve…


Ahí estuve de nuevo entre mis recuerdos y los abrazos
entre los rostros del pasado y que aún persisten,
asociándome sin querer y batallando contra el peso de las cosas,
caminando las antiguas calles que se deshacen en colores nuevos
e inexistentes a lo lejos,
idos y vaciados en la lejanía.
Son mis tías las diosas de los guardados besos en mis mejillas de niño
son mis primas divas danzantes en los callejones del tiempo,
mis hermanos y primos cuales antecedentes
de rostros que persisten por no perderse,
y yo cada vez mas pareciéndome con los años a mi padre, a mi abuelo
y cada vez acercándome a la simiente de los míos, sin querer,
sin proponérmelo, inevitablemente sanguíneo.
Los hijos que van dejando de ser niños y los amigos y amigas
que andan los caminos de las hormigas enarbolando banderas sin escudos
señalando con sus dedos sin anillos hacia donde explotan los arcoíris.
Y el olor a café recién hecho abrazando de recuerdos la tarde, la vida,
y cada amor y cada mujer transitando del otro lado de la banqueta
caminando a la distancia el rumiante amor que se ciñe al alma.
No bastan los celos para abrir una nueva herida al desamor
cuando basta el cansancio de las nubes para pintar de gris claro
la tarde que avecina.
Y la despedida es otra faceta diáfana en el rostro perdurable
de los afectos que nuevamente quedan a la deriva.
Al final del día se recuerdan las hermanas que no están y
que han hecho de los divanes sus guaridas,
empapeladas de periódicos amarillos y de letras que aun vivas
persisten en proseguir muertas.


Juan Espinoza Cuadra
México
8 de Enero de MMX

martes, diciembre 15, 2009

Nos impusimos el exilio de ambos


Tras cerrar la puerta de tu casa quedas pensativa
absorta y dolida por mi recuerdo que se aleja con mis pasos,
y la distancia me lacera el rostro las manos la vida
esa que no tendre contigo porque la arrugue y
tire en una tarde de lluvia sobre la humeda banqueta.
Desato mis zapatos y camino descalzo bajo la borrasca
limpiando al alma de la culpa por no poder dejar de amarte.
Me cubre el cuerpo el agua fria de un temporal
que inicio desde siempre,
que se ha coludido con el gris del cielo
para trazar muecas de angustia en un rostro que se marchita.
Donde han quedado los años que no te he tenido conmigo?
deshojandose tras la tormenta para cubrir
de antiguedad el sepulcro donde yace tu poema
resguardado por los cipreses.


Juan Espinoza Cuadra
15 Diciembre 2009
Mexico.

jueves, octubre 08, 2009

Quanta


Es posible que la energía interior, alma o espíritu,
este configurada por niveles,
semejando el modelo cuántico de Bohr-Rutherford
y que la muerte sea una migración del quantum.
En esencia, somos magnitudes en un sistema
gobernado por un orden supremo
constantemente variando según el valor del cuanto,
bailando entre diversas perturbaciones en proporciones
que dependen de un precepto ondulatorio.
A lo largo de la finitud de recorrido de cada quata
es un tramo definido lo que llamamos vida,
y valores mínimos somos tendiendo a la mínima variación posible
y pasar de un estado discreto a otro.
Sospechoso no hay reporte de algún evento postmortem,
en el que el quantum caracterizará anomalías en su salto.
Carga eléctricas somos a la carga del electrón
asignadas al cambio determinado por el algoritmizador.
Funciones matemáticas asignadas a puntos en el espacio y el tiempo somos
y la probabilidad es el presente disfrazado de diversas interpretaciones.
Todos nuestros movimientos están contenidos en la función de ondas
y la teoría la extraemos de la necesidad de interpretar los propios eventos.
Nuestras propiedades ondulatorias contemplan la partida
de cada vector unitario hacia el espacio de Hilbert,
y la conclusión es que solo somos energía en transformación.
Los migrados son amores que van completando las ecuaciones
que rigen el indetenible transcurso de los quantum hacia Dios.


Juan Espinoza Cuadra
México
8 de Octubre de 2009

jueves, septiembre 03, 2009

El bebé atrapado


Dejas solo a tu hijo, privilegiando entre tus menesteres diarios,
la visita de tu prima Emma Cuadra,
y te haces pretender en la botella de aguardiente, a cada trago,
la orquesta de confidencias femeniles,
como aliciente para soportar el calor de la infidelidad paterna.
Te mueves obtusa e irreverente en los pocos espacios de la casa
y tu voz es melodía y tu rostro, embriagante dilema.
Y te reconozco como mi madre entre la soledad de mi cuna
y los espacios que se achican en el llanto por tu ausencia.
Y mis pies, diminutos, juegan a llamar tu atención,
continua y distante y ni mi llanto opaca tu predisposición por la avidez,
que le gana a mi necesidad por ti.
El llanto se eleva hasta la poquedad de los finitos límites
y la cuna sigue siendo de contornos blancos
con sus limitados extremos donde solo se acerca tu voz
en una lejanía irremediable.
Y desde el inicio la distancia que ha sido la misma distancia
en el desconocimiento de lo que hemos sido.
Tú en tu umbral del olvido y yo,
en la frontera de mi necesidad por ti.
Luego tu muerte fue tú mejor pretexto
para no contemplar conmigo los arcoíris amenazando tormentas,
y me encuentro en la necesidad de acurrucarme a solas
entre sábanas que nunca se aproximaron a ti.
Adiós y el pronto será la mejor bienvenida
para cuando nos toque encontrarnos en la dimensión
que estableciste en la soledad que solamente te corresponde a ti.

Juan Espinoza Cuadra
3 de Septiembre de 2009
México.

viernes, agosto 28, 2009

El reto, la lluvia, tú y el olvido


Una mirada al pasado se esconde en la bruma de una tarde de lluvia,
un recuerdo que pernocta tibio y oculto entre los versos,
la certeza que allá en aquellos años estuviste para no volver jamás
y así te fuiste yendo entre los sucesivos amaneceres y atardeceres.
No es afirmación el olvido y si lo que te evoca en las gotas que golpean los cristales
de una casa cuyas ventanas están dormidas,
y te conservas lejana entre las hojas que se fueron poniendo amarillas,
y yaces en el café que se fue situando frío,
en el cigarrillo que se fue consumiendo solitario.
En el sitio arrinconado hay tres gardenias que rehúsan fallecer,
aguardan con la esperanza entre el color de sus pétalos y
entrelazan sus lágrimas al golpeteo repetitivo e intenso de la lluvia.
El color grisazul de la tormenta abriga tu cuerpo en la cúspide de la montaña
en los pinos y abetos se desparrama tu aroma a yerba seca y húmeda de lluvia,
y el frío sea hace tan intenso como tu partida.

Juan Espinoza Cuadra
28 de Septiembre de 2009
México.