Remontan los círculos del viento las canas varias de tu pelo
mientras el gallopinto de la casa aguarda impávido
el queso frito que no llega.
La batalla por el hambre tiene tatuados a los hijos,
poeta de versos motelescos andas callejuelas
perdidas en tus manos.
Aventuras caminar solo, embriagado de sucias
y violadas costas, el Lago de Managua,
hueles podredumbre y afinas el lápiz de grafito
para versos que mirarán
hundirte en el próximo ron.
No eres del barrio perdido en las fauces de la capital
eres de caminares abstraídos en zapatos rotos
y pies que piden limosnas en el cáliz tardío.
Te llamas Carlos o quizás Carlo montando crestas
conspicuas de labios e insignes de cuerpo,
labios hundidos al fondo de cráteres
vernáculamente guitarreas el aroma a café.
Sentado la soledad agita tu pelo
así te miro, poeta solo y el calor
golpeando los años, el viento, los recuerdos.
Tu prosa cabalga solitaria en los contornos de la nada.
La otra copa y divagarán los árboles
entre el halo de vida y olor de los cementerios.
Juan Espinoza Cuadra
Abril de 2009
México.
Since then I dreamed boy tried to write each of these adventures dreamlike event. Today, I am trying to write about those dreams of childhood.
domingo, abril 19, 2009
martes, abril 14, 2009
Es real, murió el cholo peruano y Pablo, su amigo
La pobreza me miró desde la muerte del cholo.
Andan los velos negros peruanos, mexicanos o nicaragüenses
cabizbajos abonando lágrimas alrededor de la fuente.
La muerte duele atrapada en los cojones.
La suplica precaria demanda lo que no se siente ni se tiene.
De púrpura la Semana Santa toma café por la mañana.
Dichosa que lleva a su estómago de espinas
carne de difuntos.
Vino y sangre derraman
el rostro adúltero del poeta.
La sotana enmierdada del sacerdote pederasta
rié en el féretro proscrito.
Jodido el que se muere llamándose Pablo
y más jodido el cholo que se murió en otro poema.
El barro de las carnes de Pablo
abre matices en su alter ego.
Anónimamente piso huellas, carnes
y mascullo mis hembras.
Machu Pichú gomorrea la penumbra
del muro caído.
Tartamudea en la lluvia el repetido sexo
caen gotas de lodo por las mejillas. El día bosteza.
No hay lágrimas ni versos de amor
la avenida es gris y la cicatriz de la muerte
descansa en el vaivén de la hamaca.
Juan Espinoza Cuadra
México
Abril de 2009
Andan los velos negros peruanos, mexicanos o nicaragüenses
cabizbajos abonando lágrimas alrededor de la fuente.
La muerte duele atrapada en los cojones.
La suplica precaria demanda lo que no se siente ni se tiene.
De púrpura la Semana Santa toma café por la mañana.
Dichosa que lleva a su estómago de espinas
carne de difuntos.
Vino y sangre derraman
el rostro adúltero del poeta.
La sotana enmierdada del sacerdote pederasta
rié en el féretro proscrito.
Jodido el que se muere llamándose Pablo
y más jodido el cholo que se murió en otro poema.
El barro de las carnes de Pablo
abre matices en su alter ego.
Anónimamente piso huellas, carnes
y mascullo mis hembras.
Machu Pichú gomorrea la penumbra
del muro caído.
Tartamudea en la lluvia el repetido sexo
caen gotas de lodo por las mejillas. El día bosteza.
No hay lágrimas ni versos de amor
la avenida es gris y la cicatriz de la muerte
descansa en el vaivén de la hamaca.
Juan Espinoza Cuadra
México
Abril de 2009
lunes, abril 13, 2009
A la mujer que despedí
Caen gotas rebeldes de lluvia
en tu alma árida y retorcida.
Desdoblas el aguacero
con tu retardada sonrisa
y los cargadores de verduras
corren tras tu velo de seda
vagando entre los dedos del viento.
En el espejo,
miras del otro lado
manzanas rojas al centro
de deshabitadas mesas.
Siete burdeles lloran culpables
los quejidos, lamentos y tequieros
del deportado humo de cigarrillo.
Cae una gota de lluvia
y te declaro no mía y te exorcizó
abstracta infiel y sombría.
Juan Espinoza Cuadra
México
Junio de 1998
en tu alma árida y retorcida.
Desdoblas el aguacero
con tu retardada sonrisa
y los cargadores de verduras
corren tras tu velo de seda
vagando entre los dedos del viento.
En el espejo,
miras del otro lado
manzanas rojas al centro
de deshabitadas mesas.
Siete burdeles lloran culpables
los quejidos, lamentos y tequieros
del deportado humo de cigarrillo.
Cae una gota de lluvia
y te declaro no mía y te exorcizó
abstracta infiel y sombría.
Juan Espinoza Cuadra
México
Junio de 1998
miércoles, abril 01, 2009
Al poeta autista
Entre hojas derruidas y aroma a orín de roedor
presume sus cicatrices el adulador de onanismos.
Marquesinas desvencijadas dejan escapar prófugos reflejos
a la circuncidada callejuela donde domicilias tus cortedades.
Arrojas las pocas estructuraciones del poema
al sendero escasamente visible trazado por ti
en la única e indivisible cuartilla
y te repites infinitamente como la caída de las
hojas de jacarandas en el irrestricto y cíclico otoño.
Argüiste sin éxito lo inmeritorio de tu proscripción
y carente de lucidez,
especulan tus lágrimas con los sonidos unimonótonos.
Labraste burdas fluctuaciones en tu ergástula.
Tus poemas jóvenes subsisten dormidos
sobre butacas muertas del film que omitiste finalizar.
Te puedes llamar Carlos y juguetear con pingüinos
estirando y encogiendo la discontinuidad de los anillos de Saturno
divagar la isólidez de la trama de Galilei,
pero no podrás abstraerte de andar la banda de Cassini
lápiz en mano y corrigiendo sin cesar
el fragmentario y mutilado poema.
Juan Espinoza Cuadra
Abril de 2009
presume sus cicatrices el adulador de onanismos.
Marquesinas desvencijadas dejan escapar prófugos reflejos
a la circuncidada callejuela donde domicilias tus cortedades.
Arrojas las pocas estructuraciones del poema
al sendero escasamente visible trazado por ti
en la única e indivisible cuartilla
y te repites infinitamente como la caída de las
hojas de jacarandas en el irrestricto y cíclico otoño.
Argüiste sin éxito lo inmeritorio de tu proscripción
y carente de lucidez,
especulan tus lágrimas con los sonidos unimonótonos.
Labraste burdas fluctuaciones en tu ergástula.
Tus poemas jóvenes subsisten dormidos
sobre butacas muertas del film que omitiste finalizar.
Te puedes llamar Carlos y juguetear con pingüinos
estirando y encogiendo la discontinuidad de los anillos de Saturno
divagar la isólidez de la trama de Galilei,
pero no podrás abstraerte de andar la banda de Cassini
lápiz en mano y corrigiendo sin cesar
el fragmentario y mutilado poema.
Juan Espinoza Cuadra
Abril de 2009
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