Cierra los ojos y escucha los acordes sostenidos
en el más largo de los tonos graves
y desde esa percepción de temblor y abandono
ve los delgados huesos de los dedos del pianista.
Una vela revolotea su macilenta luz sobre
el polvo viejo y fino que reposa sobre las teclas,
las cortinas están húmedas y olvidadas y
las armonías lloran en la habitación
atemporalmente oscura.
Escucha la desgarrada declaración que adormece
sobre la penumbra y llora desde la lejanía conmigo,
con una copa de vino que se ha quedado aletargada
entre mis manos que ya no te encuentran.
Mi soledad pende de cada toque en el teclado
y te has convertido en algo irresoluto,
interminado y me absuelvo de ti,
para salir a la oscuridad,
esa donde su letargo ya no depende de mí.
Juan Espinoza Cuadra
Julio de 2009
México.
en el más largo de los tonos graves
y desde esa percepción de temblor y abandono
ve los delgados huesos de los dedos del pianista.
Una vela revolotea su macilenta luz sobre
el polvo viejo y fino que reposa sobre las teclas,
las cortinas están húmedas y olvidadas y
las armonías lloran en la habitación
atemporalmente oscura.
Escucha la desgarrada declaración que adormece
sobre la penumbra y llora desde la lejanía conmigo,
con una copa de vino que se ha quedado aletargada
entre mis manos que ya no te encuentran.
Mi soledad pende de cada toque en el teclado
y te has convertido en algo irresoluto,
interminado y me absuelvo de ti,
para salir a la oscuridad,
esa donde su letargo ya no depende de mí.
Juan Espinoza Cuadra
Julio de 2009
México.
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