Alguna vez tuve la convicta certeza de nunca atreverte a olvidarme.
Hoy, divago entre las razones del porqué debas hacerlo.
Unas me favorecen, al extremo de justificarnos.
Las otras, acusan las sabanas y las almohadas que se confabularon en torno nuestro.
El idilio existió, en la medida en que fueron extensas las sonrisas de las nubes y audible la andanza del viento.
Más, el secreto no revolotea libre puesto que esta apresado entre mis manos.
Es mío, quizás de ambos, me pertenece más que a ti.
Lo inventé para ocultarme de la rectitud que me gruñe con fiereza en el alma.
Lo plasmé carmesí en los primeros labios que emanaron del trazo traslúcido en la cuartilla.
Y adorné con tu aroma los caminos que me separaron de ti.
Hoy no estoy contigo puesto que insistes en olvidarme.
Cuando lo consigas no estaré. Me quedo solo con lo poco que rescaté de ti.
Un sonido vago andando descalzo entre los acordes de un corazón envejecido.
Juan Espinoza Cuadra
México
21 Agosto de 2007
Hoy, divago entre las razones del porqué debas hacerlo.
Unas me favorecen, al extremo de justificarnos.
Las otras, acusan las sabanas y las almohadas que se confabularon en torno nuestro.
El idilio existió, en la medida en que fueron extensas las sonrisas de las nubes y audible la andanza del viento.
Más, el secreto no revolotea libre puesto que esta apresado entre mis manos.
Es mío, quizás de ambos, me pertenece más que a ti.
Lo inventé para ocultarme de la rectitud que me gruñe con fiereza en el alma.
Lo plasmé carmesí en los primeros labios que emanaron del trazo traslúcido en la cuartilla.
Y adorné con tu aroma los caminos que me separaron de ti.
Hoy no estoy contigo puesto que insistes en olvidarme.
Cuando lo consigas no estaré. Me quedo solo con lo poco que rescaté de ti.
Un sonido vago andando descalzo entre los acordes de un corazón envejecido.
Juan Espinoza Cuadra
México
21 Agosto de 2007
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