sábado, diciembre 13, 2008

Free words I

Aletargado y sediento, caminante irresuelto,
esquivo, equidistante, aprehensivo
deambula el adulto que no quiere dejar de ser niño,
y te ríes y me río y nos aplaudimos sollozantes
embriagados y altivos
y sigue el camino que no ha sido
que el mismo tuyo y mío.
Lejana vistes de amapolas
ondulante vacía sin vida hasta irrotacional
tardía y confiesas amarme a pesar del desvarío.
La tarde embriagada aleja la mirada
en apresurados te amos
a la orilla de un té muerto helado frío
que desata las culpas y nos aleja
nos evade y aún así seguimos
atemporales y distantes.

Juan Espinoza Cuadra
México
Diciembre 11, 2008

jueves, diciembre 04, 2008

Reyna amiga, amiga por siempre

Oye, ahora que llevamos tantos años de no vernos
y que nuestras conversaciones divagan en los años que ya pasaron,
hoy que nuestras vidas ya no son las de entonces,
podemos antojar redimirnos y mirar juntos hacia el ocaso.
Doblando la esquina que desembocaba a tu casa
me inundaba siempre la alegría de nuestros encuentros
lo que tú me compartirías y lo que yo te comentaría.
La alegría con la que tu madre me recibía y
el saludo distante pero complaciente
de ese hombre que fue tu padre y
que se confabuló tantas veces
entre tus caprichosos escapes y
mi eterna disposición por acompañarte.
Ahí se construyó nuestra amistad ya antigua,
entre tus confidencias y las locuras con las que participábamos
en las tardes de ocio,
las tareas escolares y las locuras de los otros amigos.
Fuíste mi confidente de los amores que
me hicieron pedirte innumerables veces
la opinión que siempre encontré entre tu risa
y tu pelo largo suelto de esos años.
Y luego, sin darnos cuenta, cambio de dirección
el rumbo de mis pasos.
Me ví lejano, abstraído y distante y
amigos sin objeción pero en otros caminos.
Cuando te perdí, amiga, lo hice sin propósito alguno y
lamente ya no encontrarte.
La última vez fue fría y nos dimos
una conversación que se nos cayó del alma.
Y ya nunca volvimos a caminar juntos,
ni jugamos mas entre las mofas y las pifias
en las habituales calles que se acostumbraron a vernos reír.
Nunca olvidaré que tu Fé en mí
siempre fue mucho mayor
que las medidas que yo mismo registré de mis propias proyecciones.
Y ya ves, muchos años después,
por fin, estoy colocando en fila
los antecedentes de mi vocación por ti y
los afectos que tú sembraste.
Desde aquellos años hoy te miro a los ojos en la distancia
para encontrar que una melodía suave nos hace estremecer,
y que el tiempo, amiga,
el inexorable tiempo no nos ha arrebatado
el pícaro dialogo que deambula solitario entre nosotros.
Reyna Martínez eres un redoble inequívoco del concierto sonoro y
permanentemente audible que se ejecuta en un rincón distante y
fácilmente ubicable en el Cielo.


Juan Espinoza Cuadra
México
Noviembre de 2008

miércoles, diciembre 03, 2008

Jimena o Simone?


When you are old and grey and full of sleep, and nodding by the fire, take down this book, and slowly read, and dream of the soft look, Your eyes had once, and of their shadows deep
William Butler Yeats

Hay confusión en cuanto al origen de tu nombre.
Puede ser vasco o hebreo. La verdad no importa.
En la banda inaudible y en blanco y negro de los evocaciones
la adolescente de pies descalzos corre sobre el pasto húmedo de su casa.
El blanco uniforme colegial encuellado con un azul rústico y secreto
semeja un desfile de solitarias banderas bailando sin compases ni ritmos
los versos del poema marchito.
Tus manos nunca trazaron ilusión alguna en la piel del alabastro
ni mirada tuya se detuvo ante el confuso revolotear del caos.
Fuiste la modelo casi perfecta del alquimista de tormentas
del nigromante perverso que escondió la vida a Nezahualcóyolt.
En alguna habitación oscura y vacía has conspirado estos años contra lo inconcluso.
El rastro de orquídeas demanda de ti lo prescrito y no rehúses
el canto de tu pelo negro y has que se consuma el revoloteo del sexo.
En la corriente del río se esconde el aplauso de lo que no fuimos.
Ximena es como un elixir que se deja reposar a lo largo de la tarde
para mitigar el angustiante sosiego que atraca con la noche.
Así como pisadas aún frescas sobre el borde de la montaña
dejadas por el andar de ilusiones secas y tardías.
El alfarero coloca en tus manos la copa de vino tinto
que el sacramento escondió en tu escote,
y luego, ocupa tu atención el discurso de amor de otros labios y
las velas consagradas a la aventura de los dos se apagan en la aletargada noche,
se postergan las caricias y el incienso lleva consigo los afectos de algo perdido.



Juan Espinoza Cuadra
México
Noviembre de 2008

Luis Manuel Ramírez Lanzas


La adolescencia nos encontró de muchas maneras Luis Manuel,
divirtiéndonos en alguna tertulia de mi padre, el Poeta Carpintero,
escuchando música dentro del entonces imponente Buick rojo paterno,
tirado yo en el césped de tu casa esperando terminarás uno de tus poemas
o una de tus interminables disertaciones respecto a los avatares de la vida,
compartiendo acalorados e inconclusos debates
respecto al destino de la revolución nicaragüense y
conspirando bohemias para nuestros hoy
ex-compañeros del managüense colegio de La Salle.
Mario Roberto, tu hermano mayor, fue el cómplice perfecto para coronar con la precisión de entonces el adecuado verso del infinito poema.
Y se abrió el Mar Rojo y nos quedamos en las orillas de cada lado,
separada la convivencia, como se aleja entonces la hermandad?
Con los acordes por tu predilección por la música salsa
acorralé los recuerdos que bailan ansiosos en el tiempo,
aún tus desentonadas armonías serpentean cual vórtice de mariposas
sobre las copas de los árboles de nuestra lejana Altamira D’Este.
Las calles en noches de búsqueda se hicieron interminables,
la distancia la impuso el destino y la condujo por años la soledad.
Hasta entrados los años nos percatamos que la vida nunca se agarra de ningún lado,
solamente de sí misma.
El mundo siguió girando y los años desfilaron a su ritmo por las pasarelas
y debutaron los rostros de la adultez en las ocultas lágrimas de los adolescentes.
Escribir de ti y para mí, se me antoja una acuarela de tonos grises y celestes
en cuyo fondo presumen unas ancianas montañas y entre ellas, un brillante lucero que asciende y coloca sobre sus hombros una estela de rocío.
Luis Manuel, sobre la pintura hay un túnel perfectamente trazado
que se achica según las hojas invernales ríen y juegan con el viento,
si tú te detienes y observas lo que dibujan luego de los remolinos verás
el hogar y los colores y la vida y los abrazos y finalmente, las despedidas.


Juan Espinoza Cuadra
México
Diciembre 3, 2008