miércoles, enero 26, 2011

Tú me das ganas de…

Me dan ganas de aceptar
el otro significado de tu amor,
ahondar el alcance
que tienen tus ojos
cuando hundes tu mirada
de girasol ardiente,
descender a tu lado
el pasaje escabroso
de la seducción adultera.
Quiero atrapar tu aroma embustero
en el pañuelo color cielo
que atinaste regalarme,
confinar el cierre de tus párpados
a la ladera lejana
de mi muralla interminada,
aferrar mis ansias al contorno incoloro
de tus hombros de arrecife y bruma,
coger tus días y encomendarlos
a los pliegues de azúcar
de tu boca de mermelada.
Tengo las ganas de perpetuar
el contorno enfurecido de tus caderas
el ulular desmesurado de tu cintura
en el torrente imbatible de un verso,
deslizar mis manos incrédulas
por el rumor impávido de tu piel.
Quiero terminar mirando la foto
en blanco de exilio y negro de eclipse,
que flanquea a los días proscritos
en su camino al lecho postergado.

Juan Espinoza Cuadra
México
Enero de MMXI

lunes, enero 24, 2011

Saragorero…

Paradigma que esculpe el somos,
en días de calor… frío el día,
embellecidos colores de años a la espalda,
palpitantes, emocionalmente fatigados,
derrumbados en laderas de turbación incauta,
cuando la súplica fue nuestra.
Arquetipo del algo insatisfecho con la forma,
respiro innovador de Fé afligida,
andar a puntillas la banqueta bombardeada,
aroma a arándano y condimento a abadía.
La reina del vino ausenta el borde de agua
que flanquea la tormenta,
toma las palmeras tropicales
desde la piel desnuda hasta llegar
a la arista de sus nudos transversales,
apresura la copa para ahogar la culpa
en la garganta desacertada.
Espejo color huidizo en el reflejo,
chasquido bravío tonto,
permiso de saltar la barda inextensible
desde el tabernáculo apócrifo.
Sara desune los conjuros
del Nigromante proscrito,
en los innumerables lechos
me remonto a tus hombros inaccesibles
y a la bocanada de tu éxtasis púbico.

Juan Espinoza Cuadra
México
Enero de MMXI

Edna Moradho Dethí…

El amor a la vuelta de la esquina
nos desacierta inciertamente,
a despropósito de alguna especulación.
Te alcanza, reflexiona contigo, se queda o se va.
Su inaudibilidad masculla nombres,
Edna Moradho Dethí, a modo que la gracia
arrastra colindes imprecisos cuando se pronuncia.
A lo lejos un gramófono chicharresco, su música
derrumbándose con las hojas de los mangos
sobre los techos de piel morena y Luna,
se toman de las manos los enamorados
para dejar de orar en la medianía del atardecer.
El amor tiene una mueca perpendicular
y un boleto de avión que reclamar,
una crucifixión con una hora adelantada
un evangelio de chapopote y
un verso de carcajada.
Edna Moradho Dethí bajo su falda
presume la delta aritmética,
la yerba verde que da lugar al musgo quimérico,
el martillo carnívoro frívolo
asestando golpes a los minutos.
La nieve ya no es pálida, es nieve,
disolviéndose en las butacas de madera vieja
de los septiembres.
Ubérrima las puntas rosa
en las que se hace adulto el beso,
el cariño.
Abrevan los días la savia del niño,
se clava el odio en el argot mestizo
donde vuela el pajarillo
su esclavitud de agua.

Juan Espinoza Cuadra
México
Enero MMXI

sábado, enero 22, 2011

Los hermanos que tengo y nunca tuve…

Juan Espinoza Cuadra
Ellos están enroscados en el rodillo
de la máquina de escribir de mi padre,
deslizándose entre los límites de la tinta,
serpenteando las cuartillas arrugadas de la noticia
que no tiene forma de denunciar ningún rostro.
Ninguno abreva del cáliz de cantera color rosa
centinela fortuito de las fugas nocturnas del poeta.
Hombres con una cicatriz que compartir
mujeres que colaboran el seno de la herida,
de arroyos claros y hondos, de arrullo y queja,
melodía infantil vestida de sábanas infractoras.
Los golpes no los procuro Dios
en el apellido de los enterradores anónimos,
ni a lo lejos los vórtices sepultan el dolor muerto,
porque no hay sufrimiento que desconozca
el cordón umbilical que lo ata a los viñedos.
En un acordeón alguien llamado Pablo
rasga las iniciales que hurto al mar
para plantar trigo en una colina musical.
El enflaquecimiento canta un Sergio despedido
desde la sonoridad de un envejecido bolillo
sin saber que amar es quizás no ser correspondido.
Martín no conoce su nombre de Santo católico
porque su escuadra no atina recuerdos.
Esvetlana es la pendiente de una catarata invertida,
llueve arena de mar sobre la playa de agua congelada.
Paola se esconde tras la letra zeta
atorada en la garganta de Júpiter
tras la explosión de una voz oculta.
El otro hermano no importa
puesto que no concierne
el color ausente del arcoíris
ni la primera ola ahogada en el mar.

Juan Espinoza Cuadra
México
MMXI

El cero no existe…

Toma las horas, hazlas sucesivas,
suma sus dígitos
advertirás la inexistencia del cero,
la unidad lidera la secuencia
acotando el nueve el fin del ciclo.
La una de la madrugada es disímil
a la una de la tarde…
el formato de las doce horas
no corresponde al andar del Sol.
El nueve culmina el conteo precedente,
el uno no es flanqueado por el cero.
Entre más ceros el mismo dinero,
la fantasía la adornan círculos,
el orden lo impone el caos.
El modelo matemático anarquiza
la cadena de eslabones afines,
el todo deriva de la disposición
del uno y su vecino.
Aunque no existe y sí su valor prescrito,
el cero acomoda la evaluación y conjetura
al cúmulo de cuantías adscritas
al portal de la omega y apellido infinito.

Juan Espinoza Cuadra
México
Enero MMXI

jueves, enero 20, 2011

Hay féretros de todos los tamaños…

El plomo creado como sujeto de muerte
agrede inmisericorde el rostro mexicano,
amenaza al niño con su mochila de la escuela,
al tendero que procura subsistir su familia.
La balacera se da en cualquier camino,
y el piso es el común chaleco amparador
mientras ululan las ambulancias, los municipales
los estatales o los federales.
Ni Universidades ni colegios
protegen de la lluvia de balazos,
cualquier familia es asediada por el mosquerío
de los cuerpos descompuestos.
Mueren los inocentes, el papá, el niño, la mamá,
abundan las tumbas, rebosan los ejecutados,
destilan las ciudades cuerpos despedazados.
Culto a la tortura a la par de las misas diarias.
El negocio del camposanto ríe con los pesos en la mano,
no importa el dinero este salpicado de sangre,
que detrás haya dolor en los ojos llorosos,
carritos de juguete perforados en Sinaloa
y lamentos laguneros en Coahuila.
Todo es trinchera en la quimera sexenal,
los apuntes de la violencia
no le dan escalofríos al jerarca ausente
que camina solitario por las terracerías asoladas.
Abundan las líneas de fuego entre las taquerías
y las entradas a la Iglesias,
abundan los sicarios porque la educación se eclipsó
en el hurto inhumano a la riqueza nacional.
Ya no hay sueños de grandeza para soñar
solamente amodorramientos para sobrevivir.
Abunda la fosa, el cráneo antiguo y último,
el exterminio de la vida y la saña,
el desquite por el odio mismo y el
agravio a la maldición en toda su circunstancia.
Sin códigos existentes todos estamos muriendo,
los ángeles ataviados de infancia y
los demonios acicalados de púrpura.
Los malos en la extensión de su verdad
se hacen protervos en la ráfaga,
en el encono abrumador del Panteón.
Usurpan la potestad que tiene la vida
sobre los escrutinios insondables de la muerte .

Juan Espinoza Cuadra
México
Enero de MMXI

jueves, enero 13, 2011

Sin pretención...

Pedro Pablo Espinoza, el Poeta Carpintero
Ambiciono acercarme a ti y sonreír y que seas feliz
atiborrarte de muchas palabras acentuadas
en el interior de la botella plata donde te encuentras,
que me permitas abrevar del brillo de tu frente
las ocasiones que decides caminar sobre la arena de la playa,
que me busques en todas las habitaciones de tu casa
cuando tu madre inicia a encender las luces,
que te robes en un paliacate desgastado mi confianza
y lo anudes luego alrededor de tu cintura desnuda.
Quiero que experimentes nuevas formas de acercarte a mí,
que explotes tu ingenio para ver parir rosas a los cerros,
que tus labios aspiren abrazar mi alma y
que tus piernas gobiernen la dicha y la lluvia de sustantivos.
Borrar con mis sueños el límite de tu cavidad que me cautiva,
y arrinconar mi oración en una diócesis irreversible,
donde las nubes decidieron cremar el halo y el viento,
donde las horas sucumben a la seducción y al beso.
No dejes huellas en la piel donde no está mi reloj,
ni pruebes la inmensidad que contienen los aplausos,
solamente mírame frente a ti las tardes que te busco
atiéndeme para poder leerte los versos arrugados,
e invítame un agua de limón y ver juntos el arcoíris.
Soy un vagabundo que no aspira mundos de cien años,
ni novelas extensas que brillen en los estantes,
soy un soñador errante persiguiendo estrellas
que ya no están donde las vi por primera vez.
Solo quiero caminar por las terracerías polvorientas
del pueblo donde me invente nacer,
sentarme en una banqueta olvidada y acariciar el dolor
entre mis manos húmedas de lágrimas impostergables.


Juan Espinoza Cuadra
México
Enero MMXI

miércoles, enero 12, 2011

Humedad veraniega...

Sucede…
que al abrir los ojos se agrieta tu vientre
entre la tostada embarrada de mantequilla
y el pequeño vaso de jugo de naranja;
sucede…
que todos los días un sacerdote abandona la vid
y entre sus escritos arrulla los párpados alcalinos
de una voz inconsecuentemente recluida;
sucede...
que busco acercarme a ti por atajos,
en las manos una jarra de almíbar,
un poema lúbrico y
en los pies las sábanas blancas
que cubren de equinoccio tus senos
y de rocío tus suspiros;
sucede…
que has roto el cristal de mi reloj
arponeado las hojas de plátano del jardín,
balaceado los acordeones apilados
y agraviado la simiente subordinada;
sucede…
que hurtaste mi apellido
donde mueren los cenzontles y
donde duele la espuma del mar,
alborotaste el orden de mi nombre
y escondiste las letras bajo tus uñas;
sucede…
que en tardes interminables de púrpura
te deseo en la extrema acentuación de tu pubis
y en el borde henchido del fálico Universo;
sucede que ansioso de ti
colecciono formas desoladas
en tardes de sábado en los meses de Abril.

Juan Espinoza Cuadra
México
Enero de MMXI

Antro molecular...

Bosque oaxaqueño, camino a Tlaxiaco.
Oye, no levantes más la mano,
la ventana de la cantina no compite
con tus espacios ni con los míos.
El barullo es extenso, tanto
como la nube de tabaco emanado,
iguala la luz del candelero desusado
colgado en el centro de la jerga.
No derrames el licor en la mesa
ni atisbes a la lejanía lo que dejaste,
hoy sigues siendo nadie
a pesar de la reticencia de los días.
Escríbete tonto en la acuarela babosa
de la borrachera que te sobra,
e indágate meridional
en la palma de la mano.
Las botanas al centro de la barra
no cuestan la herida insana
con la que escondes
la temeridad del fracaso.
Se te escucha repudiar
el camino a la tumba
los sonidos de los tambores de guerra
y el sabor del caldo de gallina de rancho,
pero no reconoces
la locura de tamaño chico
que yace en la inmensa pequeñez
de tu reclamo.
Muestras la foto de una mujer
de edad madura
cejas arqueadas, de color negro azabache,
labios húmedos, boca turgente,
rostro ahogado de pecas…
dejas escapar un sollozo,
para entender no alcanzaste
la larguez legendaria del camino.
Revuelve la crisis con el desatino y rumia
puertas antiguas cerradas
a las fuentes de agua,
atascados diplomas obsoletos
en las cortinas,
revive la energía íntima y
explota la luz molecular
en la delgadez dimensional
del temblor ebrio y febril.

Juan Espinoza Cuadra
México
Enero de MMXI

No...

No. No has estado todos estos años
en la ventana despintada,
en el umbral de la puerta derruida,
en la banqueta de ladrillos rojos.
No. No hay más terminaciones con la letra s
en las cartas que no me has escrito,
ni alondras vuelan el jardín de tu casa,
ni ladridos de perros indigentes alrededor de tu mesa.
No. No percibo aún la quinta dimensión que presume
el teorema de tu entrepierna,
y tu conjuro autómata no recibe el indulto
de la frente aristotélica del zurcidor de versos.
No. No escucho tu susurro detrás de la oreja del océano
ni sabes nadar entre los ojos de la montaña cartesiana,
no terminas de escribir tu drama
y ya te defines inextensa y abatible.
No. No dejo de experimentar tu sensación
en el lóbulo del sexo y la mula mercante
aplana en lo sideral mi bulto intenso.
No hay medianía en tu seno trivial y errante
solo un color rosa atrapando miradas y labios,
estas disfrazada de tarde
palpitando embarazos y oraciones teatrales.


Juan Espinoza Cuadra
México
Enero de MMXI

miércoles, enero 05, 2011

En la arena...

En el brazo de arena se agolpan
las arrugas de un arrullo ancestral,
se levanta heroico hacia el cielo
azul y despejado,
para retar a las orugas que tejen
una máscara de pesar y olvido.
Anterior a la arena siempre fue la arena,
depositada en las pestañas del ocaso,
invadida siempre por el agua de mar
hasta el final del agua de mar.
Gigante congelado en la cresta de la ola
hay una congestión confusa,
revolcándose entre las manos.
Puertas de agua heridas por la obesidad
se abren a la languidez del color tenue
que desmaya por el borde de los quehaceres.
No hay despedidas en el atardecer atascado
en la ventana que no se ha abierto,
no hay hasta prontos en los labios muertos,
solo atrasos en la pantalla del cielo.
En mi barra espaciadora caben
todos los espacios de ellas,
sus intentos de odiarme y
hasta su amor lejano.

Juan Espinoza Cuadra
México
Enero de MMXI