miércoles, agosto 19, 2009

A César Kairos, el rapsoda de entonces


Oye compañero de las aulas de la adolescencia,
te acuerdas cuando pintaste de colores lo que nos dejo
aquella ventisca que agitó nuestras sienes?
porque a partir de aquellos tonos los ciervos de entonces
cabalgan como unicornios por la alborada.
Oye amigo, aquellas atalayas donde te posaste
para blandir en la vastedad los giros de tus poemas
hoy son ruinas pintadas de marquesinas festivas
que abrevan solitarias en las letras que nos inventaste.
Oye hermano, en la adultez seguimos caminando a solas
quizás hasta distantes con una sensación otra vez de distancia
y nuestro pelo ya encanecido nuevamente se agita libre
en los carruseles y laberintos que nos van conduciendo
al final de la jornada.
Oye poeta, te has subido a la cima de tu aventura
con los pies descalzos y atrapando en tu pecho
las estrellas que no te atreviste a pintar de niño.
Poeta, deja que la lágrima recorra lo finito que se te antoja la cuartilla
para que al despertar al nuevo día te percates
que los unicornios aún tienen la capacidad de llorar.

Juan Espinoza Cuadra
México
19 Agosto 2009

Ávido de ti

Entras a mi escarpada avidez por ti
desde mi inundada y tu anegada desnudez.
La luz transita sin indulgencia cada tramo de las pieles
en un canto de abismo loco y penetración a sorbos.
Ahí es donde tú quieres estar
a resguardo de mi sudoroso cuerpo
que toca en tu orquídea
los acordes de un himno dolente y temerario.
Y tus labios los atrapo entre un suspiro y un te amo
escondidos en el brillo oscuro de los ojos.
Mis manos se aferran cada vez más a tus caderas
en una suerte de prolongación desmedida
haciendo de cada nuevo encuentro
un crucigrama de recuerdos
tatuado en un bote que va hacia la deriva.

Juan Espinoza Cuadra
México
19 Agosto 2009