viernes, enero 08, 2010

Ahí estuve…


Ahí estuve de nuevo entre mis recuerdos y los abrazos
entre los rostros del pasado y que aún persisten,
asociándome sin querer y batallando contra el peso de las cosas,
caminando las antiguas calles que se deshacen en colores nuevos
e inexistentes a lo lejos,
idos y vaciados en la lejanía.
Son mis tías las diosas de los guardados besos en mis mejillas de niño
son mis primas divas danzantes en los callejones del tiempo,
mis hermanos y primos cuales antecedentes
de rostros que persisten por no perderse,
y yo cada vez mas pareciéndome con los años a mi padre, a mi abuelo
y cada vez acercándome a la simiente de los míos, sin querer,
sin proponérmelo, inevitablemente sanguíneo.
Los hijos que van dejando de ser niños y los amigos y amigas
que andan los caminos de las hormigas enarbolando banderas sin escudos
señalando con sus dedos sin anillos hacia donde explotan los arcoíris.
Y el olor a café recién hecho abrazando de recuerdos la tarde, la vida,
y cada amor y cada mujer transitando del otro lado de la banqueta
caminando a la distancia el rumiante amor que se ciñe al alma.
No bastan los celos para abrir una nueva herida al desamor
cuando basta el cansancio de las nubes para pintar de gris claro
la tarde que avecina.
Y la despedida es otra faceta diáfana en el rostro perdurable
de los afectos que nuevamente quedan a la deriva.
Al final del día se recuerdan las hermanas que no están y
que han hecho de los divanes sus guaridas,
empapeladas de periódicos amarillos y de letras que aun vivas
persisten en proseguir muertas.


Juan Espinoza Cuadra
México
8 de Enero de MMX