miércoles, abril 01, 2009

Al poeta autista


Entre hojas derruidas y aroma a orín de roedor
presume sus cicatrices el adulador de onanismos.
Marquesinas desvencijadas dejan escapar prófugos reflejos
a la circuncidada callejuela donde domicilias tus cortedades.
Arrojas las pocas estructuraciones del poema
al sendero escasamente visible trazado por ti
en la única e indivisible cuartilla
y te repites infinitamente como la caída de las
hojas de jacarandas en el irrestricto y cíclico otoño.
Argüiste sin éxito lo inmeritorio de tu proscripción
y carente de lucidez,
especulan tus lágrimas con los sonidos unimonótonos.
Labraste burdas fluctuaciones en tu ergástula.
Tus poemas jóvenes subsisten dormidos
sobre butacas muertas del film que omitiste finalizar.
Te puedes llamar Carlos y juguetear con pingüinos
estirando y encogiendo la discontinuidad de los anillos de Saturno
divagar la isólidez de la trama de Galilei,
pero no podrás abstraerte de andar la banda de Cassini
lápiz en mano y corrigiendo sin cesar
el fragmentario y mutilado poema.



Juan Espinoza Cuadra
Abril de 2009