jueves, diciembre 04, 2008

Reyna amiga, amiga por siempre

Oye, ahora que llevamos tantos años de no vernos
y que nuestras conversaciones divagan en los años que ya pasaron,
hoy que nuestras vidas ya no son las de entonces,
podemos antojar redimirnos y mirar juntos hacia el ocaso.
Doblando la esquina que desembocaba a tu casa
me inundaba siempre la alegría de nuestros encuentros
lo que tú me compartirías y lo que yo te comentaría.
La alegría con la que tu madre me recibía y
el saludo distante pero complaciente
de ese hombre que fue tu padre y
que se confabuló tantas veces
entre tus caprichosos escapes y
mi eterna disposición por acompañarte.
Ahí se construyó nuestra amistad ya antigua,
entre tus confidencias y las locuras con las que participábamos
en las tardes de ocio,
las tareas escolares y las locuras de los otros amigos.
Fuíste mi confidente de los amores que
me hicieron pedirte innumerables veces
la opinión que siempre encontré entre tu risa
y tu pelo largo suelto de esos años.
Y luego, sin darnos cuenta, cambio de dirección
el rumbo de mis pasos.
Me ví lejano, abstraído y distante y
amigos sin objeción pero en otros caminos.
Cuando te perdí, amiga, lo hice sin propósito alguno y
lamente ya no encontrarte.
La última vez fue fría y nos dimos
una conversación que se nos cayó del alma.
Y ya nunca volvimos a caminar juntos,
ni jugamos mas entre las mofas y las pifias
en las habituales calles que se acostumbraron a vernos reír.
Nunca olvidaré que tu Fé en mí
siempre fue mucho mayor
que las medidas que yo mismo registré de mis propias proyecciones.
Y ya ves, muchos años después,
por fin, estoy colocando en fila
los antecedentes de mi vocación por ti y
los afectos que tú sembraste.
Desde aquellos años hoy te miro a los ojos en la distancia
para encontrar que una melodía suave nos hace estremecer,
y que el tiempo, amiga,
el inexorable tiempo no nos ha arrebatado
el pícaro dialogo que deambula solitario entre nosotros.
Reyna Martínez eres un redoble inequívoco del concierto sonoro y
permanentemente audible que se ejecuta en un rincón distante y
fácilmente ubicable en el Cielo.


Juan Espinoza Cuadra
México
Noviembre de 2008