martes, enero 12, 2010

Vamos a bailar...


Desde mi entrada al salón insistí en encontrarte
y te hallé tal cual lo había imaginado…
irremediablemente deslumbrante enfundada
en el ajustado vestido color rosa que resaltaba
el amazónico azabache de tu largo y negro pelo.
Me detuve mientras elevabas tus ojos hacia mí
y sentada me contemplaste desde el brillo
exacerbado por los destellos del entorno de tus pupilas.
Tus ojos me hicieron un recuento exacto de todos los besos
de todos los abrazos, de todos los sueños
en la historia que tu habías compilado de ambos.
Mi mirada te recorrió tal cual extensa al ponerte en pie
y tu silueta en el ámbito mismo del contorno de tus caderas
provoco un escalamiento de suspiros reprimidos y
extendí mi mano y tu regresaste la refulgente copa de vino tinto
e invadiste con un vórtice de golpeteo sanguíneo con tu mano.
Te acercaste hundiendo tu mirada en mis ojos
provocativa insinuando al acercarte tus rojos labios
y percibí el húmedo y cítrico rocío de tu perfume,
temblaron mis labios al ritmo y cadencia
de la música suave que te envolvía y centelleaba
alrededor tuyo.
Te tome de la cintura y distinguí tu jadeante respiración
en mi cuello mientras tus brazos
se posaban delicadamente en mis hombros.
La eternidad dejo de ser un término ocioso
tras los dóciles movimientos de tu cuerpo,
y las armonías de mi baile contigo al cerrar mis ojos
me provocan un sutil éxtasis cuando no estoy contigo.


Juan Espinoza Cuadra
Mexico
Noviembre de 2009