martes, diciembre 15, 2009

Nos impusimos el exilio de ambos


Tras cerrar la puerta de tu casa quedas pensativa
absorta y dolida por mi recuerdo que se aleja con mis pasos,
y la distancia me lacera el rostro las manos la vida
esa que no tendre contigo porque la arrugue y
tire en una tarde de lluvia sobre la humeda banqueta.
Desato mis zapatos y camino descalzo bajo la borrasca
limpiando al alma de la culpa por no poder dejar de amarte.
Me cubre el cuerpo el agua fria de un temporal
que inicio desde siempre,
que se ha coludido con el gris del cielo
para trazar muecas de angustia en un rostro que se marchita.
Donde han quedado los años que no te he tenido conmigo?
deshojandose tras la tormenta para cubrir
de antiguedad el sepulcro donde yace tu poema
resguardado por los cipreses.


Juan Espinoza Cuadra
15 Diciembre 2009
Mexico.

jueves, octubre 08, 2009

Quanta


Es posible que la energía interior, alma o espíritu,
este configurada por niveles,
semejando el modelo cuántico de Bohr-Rutherford
y que la muerte sea una migración del quantum.
En esencia, somos magnitudes en un sistema
gobernado por un orden supremo
constantemente variando según el valor del cuanto,
bailando entre diversas perturbaciones en proporciones
que dependen de un precepto ondulatorio.
A lo largo de la finitud de recorrido de cada quata
es un tramo definido lo que llamamos vida,
y valores mínimos somos tendiendo a la mínima variación posible
y pasar de un estado discreto a otro.
Sospechoso no hay reporte de algún evento postmortem,
en el que el quantum caracterizará anomalías en su salto.
Carga eléctricas somos a la carga del electrón
asignadas al cambio determinado por el algoritmizador.
Funciones matemáticas asignadas a puntos en el espacio y el tiempo somos
y la probabilidad es el presente disfrazado de diversas interpretaciones.
Todos nuestros movimientos están contenidos en la función de ondas
y la teoría la extraemos de la necesidad de interpretar los propios eventos.
Nuestras propiedades ondulatorias contemplan la partida
de cada vector unitario hacia el espacio de Hilbert,
y la conclusión es que solo somos energía en transformación.
Los migrados son amores que van completando las ecuaciones
que rigen el indetenible transcurso de los quantum hacia Dios.


Juan Espinoza Cuadra
México
8 de Octubre de 2009

jueves, septiembre 03, 2009

El bebé atrapado


Dejas solo a tu hijo, privilegiando entre tus menesteres diarios,
la visita de tu prima Emma Cuadra,
y te haces pretender en la botella de aguardiente, a cada trago,
la orquesta de confidencias femeniles,
como aliciente para soportar el calor de la infidelidad paterna.
Te mueves obtusa e irreverente en los pocos espacios de la casa
y tu voz es melodía y tu rostro, embriagante dilema.
Y te reconozco como mi madre entre la soledad de mi cuna
y los espacios que se achican en el llanto por tu ausencia.
Y mis pies, diminutos, juegan a llamar tu atención,
continua y distante y ni mi llanto opaca tu predisposición por la avidez,
que le gana a mi necesidad por ti.
El llanto se eleva hasta la poquedad de los finitos límites
y la cuna sigue siendo de contornos blancos
con sus limitados extremos donde solo se acerca tu voz
en una lejanía irremediable.
Y desde el inicio la distancia que ha sido la misma distancia
en el desconocimiento de lo que hemos sido.
Tú en tu umbral del olvido y yo,
en la frontera de mi necesidad por ti.
Luego tu muerte fue tú mejor pretexto
para no contemplar conmigo los arcoíris amenazando tormentas,
y me encuentro en la necesidad de acurrucarme a solas
entre sábanas que nunca se aproximaron a ti.
Adiós y el pronto será la mejor bienvenida
para cuando nos toque encontrarnos en la dimensión
que estableciste en la soledad que solamente te corresponde a ti.

Juan Espinoza Cuadra
3 de Septiembre de 2009
México.

viernes, agosto 28, 2009

El reto, la lluvia, tú y el olvido


Una mirada al pasado se esconde en la bruma de una tarde de lluvia,
un recuerdo que pernocta tibio y oculto entre los versos,
la certeza que allá en aquellos años estuviste para no volver jamás
y así te fuiste yendo entre los sucesivos amaneceres y atardeceres.
No es afirmación el olvido y si lo que te evoca en las gotas que golpean los cristales
de una casa cuyas ventanas están dormidas,
y te conservas lejana entre las hojas que se fueron poniendo amarillas,
y yaces en el café que se fue situando frío,
en el cigarrillo que se fue consumiendo solitario.
En el sitio arrinconado hay tres gardenias que rehúsan fallecer,
aguardan con la esperanza entre el color de sus pétalos y
entrelazan sus lágrimas al golpeteo repetitivo e intenso de la lluvia.
El color grisazul de la tormenta abriga tu cuerpo en la cúspide de la montaña
en los pinos y abetos se desparrama tu aroma a yerba seca y húmeda de lluvia,
y el frío sea hace tan intenso como tu partida.

Juan Espinoza Cuadra
28 de Septiembre de 2009
México.

jueves, agosto 20, 2009

En la terraza y el vino

Sobre la mesa de la terraza
hay un candelabro y posada una vela que humea la noche.
Hemos apagado toda luz y a solas,
apuramos con la lentitud de un sonido lejano
los sorbos de vino que se escapan hacia nosotros
por los rayos de luna que se cuelan por el tejado.
Y tu silueta descansa en las penumbras,
irradia cada tenue línea de tu cuerpo ,
y coloco mi copa entre el ansía y la incertidumbre.
El silencio nos atrapa y es la voz de la luna
que toca sobre tus hombros para que mis ojos
procuren descubrir las palabras que más se aproximen a ti.
Basta la quietud y la prolongación del silencio
para inundarme con el subversivo leve de tus labios.
Y entre nosotros la nada devela su nocturno rostro
con el canto de los grillos y la sutil invitación de la quietud.
Mírame desde los bordes de la espuma de mar
que aperlan tus pies y
contémplame desde las siluetas de infinito
que dibujas cada noche con tus dedos.
Ahí estaré para ti
suspendido entre el frío y
la irreverente vocación que tienen los caracoles de mar
por el olvido.

Juan Espinoza Cuadra
México
20 de Agosto de 2009

miércoles, agosto 19, 2009

A César Kairos, el rapsoda de entonces


Oye compañero de las aulas de la adolescencia,
te acuerdas cuando pintaste de colores lo que nos dejo
aquella ventisca que agitó nuestras sienes?
porque a partir de aquellos tonos los ciervos de entonces
cabalgan como unicornios por la alborada.
Oye amigo, aquellas atalayas donde te posaste
para blandir en la vastedad los giros de tus poemas
hoy son ruinas pintadas de marquesinas festivas
que abrevan solitarias en las letras que nos inventaste.
Oye hermano, en la adultez seguimos caminando a solas
quizás hasta distantes con una sensación otra vez de distancia
y nuestro pelo ya encanecido nuevamente se agita libre
en los carruseles y laberintos que nos van conduciendo
al final de la jornada.
Oye poeta, te has subido a la cima de tu aventura
con los pies descalzos y atrapando en tu pecho
las estrellas que no te atreviste a pintar de niño.
Poeta, deja que la lágrima recorra lo finito que se te antoja la cuartilla
para que al despertar al nuevo día te percates
que los unicornios aún tienen la capacidad de llorar.

Juan Espinoza Cuadra
México
19 Agosto 2009

Ávido de ti

Entras a mi escarpada avidez por ti
desde mi inundada y tu anegada desnudez.
La luz transita sin indulgencia cada tramo de las pieles
en un canto de abismo loco y penetración a sorbos.
Ahí es donde tú quieres estar
a resguardo de mi sudoroso cuerpo
que toca en tu orquídea
los acordes de un himno dolente y temerario.
Y tus labios los atrapo entre un suspiro y un te amo
escondidos en el brillo oscuro de los ojos.
Mis manos se aferran cada vez más a tus caderas
en una suerte de prolongación desmedida
haciendo de cada nuevo encuentro
un crucigrama de recuerdos
tatuado en un bote que va hacia la deriva.

Juan Espinoza Cuadra
México
19 Agosto 2009

jueves, julio 09, 2009

Mi melodía para ti

Cierra los ojos y escucha los acordes sostenidos
en el más largo de los tonos graves
y desde esa percepción de temblor y abandono
ve los delgados huesos de los dedos del pianista.
Una vela revolotea su macilenta luz sobre
el polvo viejo y fino que reposa sobre las teclas,
las cortinas están húmedas y olvidadas y
las armonías lloran en la habitación
atemporalmente oscura.
Escucha la desgarrada declaración que adormece
sobre la penumbra y llora desde la lejanía conmigo,
con una copa de vino que se ha quedado aletargada
entre mis manos que ya no te encuentran.
Mi soledad pende de cada toque en el teclado
y te has convertido en algo irresoluto,
interminado y me absuelvo de ti,
para salir a la oscuridad,
esa donde su letargo ya no depende de mí.

Juan Espinoza Cuadra
Julio de 2009
México.

jueves, junio 25, 2009

“La primera muerte no basta”


Mi rostro envejecido bastamente transitado
por el tiempo por los recuerdos
inmóvil lo atrapa el reducido espacio
donde los paradigmas se evaden de la vida.
Es el rostro de mi abuelo y no soy él
y por caminos diferentes nos encontramos
en el mismo punto donde el todo inicia
y la nada no termina.
Palpó desde la dimensión en que invento y puedo
la tosquedad de la madera
la rusticidad con que el mar me despide
la simplicidad con que me abortó
hacia donde los rostros dejan de serlo.
Y me convierto en el acorde de lo etéreo
arrodillado ante un altar pintado de misticismos
evadido fugado y erigiendo sobre mis evocaciones
el último camino.
El aroma es ancestralmente lúdico
escalofriantemente aleatorio
deambula por las grises y antiguas columnas
posa en las bancas de concreto desoladas
su concubinato con las lágrimas y el dolor
se remonta al acto mágico de cerrar los ojos
y percibir la mágica fragancia a tierra húmeda
y la soledad regresa mojándose los pies
en la noche que se hace eterna y lluvia.


Juan Espinoza Cuadra
23 de Junio de 2009
México

jueves, junio 11, 2009

Whitman, la heredad


Con las manos delineaste en tu espíritu
un altar incorrupto
y simulaste al universo
desde tus ojos al verso.
Cítara sin prorrogas y tus dedos concibiendo
cadencias de colores y compases
pactando brío y balbuceos de ebriedad.
Whewell derrapó lágrimas sobre el tardío y
flemático rostro del reproche,
y los labios de la meretriz insatisfecha
apura de la sórdida copa de Emerson,
la irreversible orfandad.
La rústica mesa emana olores a incienso y canela.
Mustio el desamparo y la adversidad vacila
pendida de la verdad relativa
mientras los pelícanos sobrevolaban la ingesta
de las revoluciones contemporáneas.
Plasmaste un irrestricto vínculo con el vacío
y en el rostro de la constelación esculpiste el beso.
Trascendiste la ofuscada y confusa personalidad de la roca
abrevando elixires reservados al lenguaje de lo inerme.
En Emerson y Kant los silbidos de la noche bailaron
una melodía diurna y etérea y temblaron tus dedos
al tomar del camino un trozo de heno seco.
Tus dardos entintados enlutaron el rostro del romancero
para erogarte la soledad y la invisibilidad del viento.
Hojas de hierba hay en el jardín
livianamente copulando en verano
y escapan los grises de sequía y
los pajizos de los estiajes.


Juan Espinoza Cuadra
Junio de 2009
México

jueves, junio 04, 2009

Tears

Por tu mejilla resbalan lágrimas
trémulos y ebrios los ojos,
fluye la inmóvil lejanía
y emana de la semicurvatura, el adviento.
La piel apropia el rastro
bebe el surco del hastío
dibuja dolor y acuarelas,
traza blancos, grises y negros
en el sopor de los cañaverales.
Duele mi ausencia,
golpea mi vacío,
doblas tu cintura y
cierras tus ojos a la espera
de mi desterrada
embriaguez por ti.


Juan Espinoza Cuadra
Junio de 2009
México.

viernes, mayo 29, 2009

Diez años, los primeros



La ventana está abierta y
el aire de esta mañana de primavera
aún ondea tu perfume entre los sofás, las mesas,
las camas y tus plantas.
Cada detalle en las paredes
recuerda los momentos
de éstos 10 años de aventuras,
juegos, hijo, familia, sonrisas y tristezas.
Nos hemos acompañado sin condiciones y en libertad
dejando fluir al amor entre los dos
sin barrotes y acotaciones.
Entre la complicidad y la coautoría hemos personado
en cada año transcurrido
abreviaturas humanas de lo que puede ser
una aproximación a la fábula del amor.
Y cada mañana los sonidos del nuevo día
traen consigo una versión nueva de ti misma y
tus derivaciones.
Y tú todo lo llenas y lo complementas
te completas y nos inundas y conduces
sin dejar de ser el blanco alcatraz
que opaca al plenilunio
de cada uno de estos diez Octubres.


Juan Espinoza Cuadra
29 de Mayo de 2009
México.

miércoles, mayo 27, 2009

Íntimo


Tus ojos me extrapolan al vórtice,
al reducto, a la unicidad,
me incluyes total bajo tus pupilas,
a especular tus contracciones,
a sospechar el temblor de tu vientre y
a hacer sonreír al silencio en el intento de los dos.
Te aproximas total y despojada
irreverente, rebelde y asumida mía.
Descubres en la precocidad de tus labios
la cábala, la profecía de tu gemido ahogado.
Alborotas con tu pelo el umbral de la vastedad
y me escondes el conteo de tu ventisca y
ahí permanezco, en el yo de tus tormentas.
Carezco de la voluntad para declinar
la magia de tu abierto limbo,
e instintivamente nos hacemos a partir de dos.
Gadeante alboroto tu pelo
y me fugo por el aroma de tu piel,
y dormito cansado entre las turgencias, como perdido
para que nuevamente vengas por mi.
Tu mano extendida aboga reconciliar
mis ojos cerrados en la habitación oscura.
Pero estas tú, libre y asilando los desnudos cuerpos,
al te amo desesperado, libidinal que pernocta olvidado
en la punta de mis dedos.

Juan Espinoza Cuadra
Mayo de 2009
México.

domingo, abril 19, 2009

Charles Spheniscidae

Remontan los círculos del viento las canas varias de tu pelo
mientras el gallopinto de la casa aguarda impávido
el queso frito que no llega.
La batalla por el hambre tiene tatuados a los hijos,
poeta de versos motelescos andas callejuelas
perdidas en tus manos.
Aventuras caminar solo, embriagado de sucias
y violadas costas, el Lago de Managua,
hueles podredumbre y afinas el lápiz de grafito
para versos que mirarán
hundirte en el próximo ron.
No eres del barrio perdido en las fauces de la capital
eres de caminares abstraídos en zapatos rotos
y pies que piden limosnas en el cáliz tardío.
Te llamas Carlos o quizás Carlo montando crestas
conspicuas de labios e insignes de cuerpo,
labios hundidos al fondo de cráteres
vernáculamente guitarreas el aroma a café.
Sentado la soledad agita tu pelo
así te miro, poeta solo y el calor
golpeando los años, el viento, los recuerdos.
Tu prosa cabalga solitaria en los contornos de la nada.
La otra copa y divagarán los árboles
entre el halo de vida y olor de los cementerios.

Juan Espinoza Cuadra
Abril de 2009
México.

martes, abril 14, 2009

Es real, murió el cholo peruano y Pablo, su amigo

La pobreza me miró desde la muerte del cholo.
Andan los velos negros peruanos, mexicanos o nicaragüenses
cabizbajos abonando lágrimas alrededor de la fuente.
La muerte duele atrapada en los cojones.
La suplica precaria demanda lo que no se siente ni se tiene.
De púrpura la Semana Santa toma café por la mañana.
Dichosa que lleva a su estómago de espinas
carne de difuntos.
Vino y sangre derraman
el rostro adúltero del poeta.
La sotana enmierdada del sacerdote pederasta
rié en el féretro proscrito.
Jodido el que se muere llamándose Pablo
y más jodido el cholo que se murió en otro poema.

El barro de las carnes de Pablo
abre matices en su alter ego.
Anónimamente piso huellas, carnes
y mascullo mis hembras.
Machu Pichú gomorrea la penumbra
del muro caído.

Tartamudea en la lluvia el repetido sexo
caen gotas de lodo por las mejillas. El día bosteza.
No hay lágrimas ni versos de amor
la avenida es gris y la cicatriz de la muerte
descansa en el vaivén de la hamaca.


Juan Espinoza Cuadra
México
Abril de 2009

lunes, abril 13, 2009

A la mujer que despedí

Caen gotas rebeldes de lluvia
en tu alma árida y retorcida.
Desdoblas el aguacero
con tu retardada sonrisa
y los cargadores de verduras
corren tras tu velo de seda
vagando entre los dedos del viento.
En el espejo,
miras del otro lado
manzanas rojas al centro
de deshabitadas mesas.
Siete burdeles lloran culpables
los quejidos, lamentos y tequieros
del deportado humo de cigarrillo.
Cae una gota de lluvia
y te declaro no mía y te exorcizó
abstracta infiel y sombría.

Juan Espinoza Cuadra
México
Junio de 1998

miércoles, abril 01, 2009

Al poeta autista


Entre hojas derruidas y aroma a orín de roedor
presume sus cicatrices el adulador de onanismos.
Marquesinas desvencijadas dejan escapar prófugos reflejos
a la circuncidada callejuela donde domicilias tus cortedades.
Arrojas las pocas estructuraciones del poema
al sendero escasamente visible trazado por ti
en la única e indivisible cuartilla
y te repites infinitamente como la caída de las
hojas de jacarandas en el irrestricto y cíclico otoño.
Argüiste sin éxito lo inmeritorio de tu proscripción
y carente de lucidez,
especulan tus lágrimas con los sonidos unimonótonos.
Labraste burdas fluctuaciones en tu ergástula.
Tus poemas jóvenes subsisten dormidos
sobre butacas muertas del film que omitiste finalizar.
Te puedes llamar Carlos y juguetear con pingüinos
estirando y encogiendo la discontinuidad de los anillos de Saturno
divagar la isólidez de la trama de Galilei,
pero no podrás abstraerte de andar la banda de Cassini
lápiz en mano y corrigiendo sin cesar
el fragmentario y mutilado poema.



Juan Espinoza Cuadra
Abril de 2009

jueves, marzo 12, 2009

Josh Naiot




Te veo a la distancia jugando mis manos
con tu perturbador y subversivo pelo
y dando pequeños saltos,
despreocupados y juguetones retozos
por sobre los tabiques de plastilina dispersos por el pasto y
que has alineado de forma espontánea para orientarme hacia ti.
Alguna mañana de tu niñez
te observe salir de nuestra casa en Altamira D’Este
y dirigirte hacia tu aula de clase donde me decías
combatirías con tu amigo el dinosaurio.
Tus primeros anteojos para corregir tu astigmatismo
me recordaron a mi padre y con ellos en tu rosto
caminaste hacia mí y me miraste a los ojos
y comprendí hijo mío que nunca habrían distancias
a pesar de los cristales con que nos cubre la vida.
En el regazo de tu abuela Matilde Cuadra conjuntaste
las obras de arte que plasmaste en las paredes de la casa
con el dulce color de tu siesta
mientras la tarde amainaba la tibiez asfixiante
del fragor del húmedo verano.
Luego, el sosiego infiltraba su brisa a través de la llegada de la noche
y tus ojos se abrían para descubrirme contemplando tu despertar.
Cuando te vi por primera vez en el cunero del hospital donde naciste
te descubrí desde mis ojos de niño manipulando mis camiones y aviones de madera.
Supe entonces que yo dejaría de ser para ser el otro ligado por siempre a ti,
que abandonaría mi vocación de transitar sin rumbo las gregarias calles
desertando de mis escuálidos y viejos trazos ahorcados en la nada
para familiarizarme con tus matices en los óleos de fantasía
que yacen en tu sonrisa de frutas frescas y en tu mirada de aroma de invierno.


Juan Espinoza Cuadra
Marzo de 2009
México

martes, marzo 10, 2009

“Siete pétalos del amor hurtado”


Si me dejas caminar desguarnecido con paso lejano a ritmos de distancia
probablemente no me olvides y conserves tu taza de té caliente
sobre el buró donde te he dejado los siete pétalos del aroma hurtado.
En mi teclado te retrato monástica y
claústrica para que me ocultes
en el incienso lúbrico de nuestro lugar inédito
e insistas y me exorcices en la ilimitidez de tus muslos blancos,
y morder suicida el rojo incendiario de tus labios y me recorras
extendida y abismal cotejando tus dedos los anillos del túnel infiltrado
y tu sudor me asalte las manos el rostro la boca los labios.
Luego permite enmendar la disensión que provocan tus senos
al irrumpir sus coronas rosas mi sosiego y
luego de los tropiezos que admites
tus manos apresen la vida en mi borde de obstáculos.
Tiara y báculo adornan tu despojada cintura y
danzas repetidamente desnuda
dispersa honda e inexactamente mía
y la cópula la tornas cúspide de éxtasis y
coito desenmascarado albedrio y tenso desvarío .
Jadeante a tu lado, el amor descalzo tira piedras
a las turquesas aguas de tu vientre deshabitado .


Juan Espinoza Cuadra
Marzo de 2009
México.

“Te incauto mi adiós con otro significado”


No lo circunscribe el perímetro de la nube que se aleja
ni desliza hacia abajo por provocación de avalancha alguna
y es la palabra con cinco letras más concurrida y asediada
en la añeja aldea que se pierde en los últimos brillos de la tarde.
No hay dimensión que establezca nuestra distancia
y se extiende el número y el ángulo y la ecuación tiembla en mi mano,
cierro mis ojos para mirar las secuencias y sus respuestas
y no atino a ajustar las méndigas cinco letras a significado alguno
hasta que no te miro hasta que no estás conmigo
y deja de ser una cicatriz agazapada en el viento
y la conviertes tu misma en armonía.
Y el adiós tú lo redefines como una divinidad prófuga
una prostituida diosa que juega con los brotes de elote
en la ciénaga aturdida e irremediablemente vacía.
Levanto la mano para que el hasta luego no sucumba al fuego
y bese a sus concubinas hasta el otro amanecer en la vastedad de su caverna.


Juan Espinoza Cuadra
Marzo de 2009
México.

lunes, febrero 16, 2009

María, no es para ti ni para mí

María es un nombre que encontré suspendido en el borde
de una ráfaga de cálida brisa y fluyendo invadió mi vida
a través de una distante y solitaria ventana.
En un manojo de naipes amontonados hallados en un camino encantado
encontré el rostro de María envuelto por un faro cuya luz reptaba
por la espalda y el lado oculto de la primera de las estrellas.
Desarropada María torné a contemplar su flor abierta y
entre el pasto y mis desvaríos atisbamos la aurora
desde la humedad desde la cual alzamos nuestros dedos
para dibujar acuarelas en el oscuro profundo de la alborada.
Nunca tuve a María entre mis manos y mucho menos
bajo las anónimas sábanas de mi cama pero si la tuve
entre cada letra de cada amorfa letanía que sudó mi cuerpo.
En sus senos nadé desabrigado de mis decaimientos y
mi carencia por convertir los días en una orgía atemporal
lo convertí en un dilema para la nueva historia que no contaré.
María y su piel tienen un arcoírico tono con el cual adormecen
los pastos verdes y los frentes de pinturas de tonos claros de la colonia de clase media
donde nos escabullimos para jugar a los desposeídos
con nuestros labios golpeándose y acribillándose bajo el aullido de los coyotes.
Y el aroma de su cuello es tan fuerte como el aliento del tequila
y sus hombros semejan las pencas más azules de los agaves,
desnuda camina delante de mí con sus pies llenos de barro
presumiendo la vida bajo su muda cintura.
María es un atardecer de colores que se mezclan en mi respiración temblorosa
donde el instinto maquilla a las hojas secas con la arena plata
secuestrada para el olvido en una bufanda perdida
en el cuarto menguante de Febrero.


Juan Espinoza Cuadra
Diciembre 2008
México

“La esquina de la calle de San Valentín”

Lamento partir pero de seguir contigo ya no encontraría
razones para mirar al cielo en búsqueda
de nuevas figuras con las que jugar y sonreír.
Al besarte no siento el calor que me infundían
la cercanía, roce y contacto de tus labios
y solamente debo cerrar los ojos y recordar
el ansía y deseo que provocabas cuando te conocí.
Los besos que ahora no te doy los ahogué
en las copas de vino que lloraron conmigo por ti.
No tiene caso me esperes despierta cuando no llegaré.
No tiene caso acomodes mi almohada y alises sabanas
y coloques mis pijamas al borde de la cama.
No tiene caso insistas en repetir me amas
cuando me has convertido en hábito y
oración de tu macilento devocionario.
Me iré sin que te percates una mañana de invierno
y dejaré colgadas todas mis chamarras en el armario,
llevaré conmigo las hojas donde escribí mi primer poema
para sentarme en una banqueta fría a corregir los innumerables errores
que solo atiné a borrar cuando apresuradamente te las obsequié.
Una lúgubre armonía hiere mis manos al intentar recobrarte
desde las imitaciones que duermen a los pies de los apagados candelabros.
No he dejado de caminar y mis pies adoloridos
buscan como alejarse de ti para que mis pasos
ni mi recuerdo te hieran y te hastíen.
El amor nos abandono es una esquina para despedirnos
y tomarás tu el sentido del viento y yo… la dirección del olvido.

Juan Espinoza Cuadra
14 de Febrero 2009
México

jueves, enero 29, 2009

Osamentas

Te deseé tanto y cuando al fin te tuve
elaboré imitaciones de un barro prohibido
para avergonzarme al mirar mi rostro
en el reflejo de mis manos culpables.
Dispersas y rotas quedan tras de mi
las esculturas que ahora me señalan.
Sus rostros inexpresivos persiguen mis pasos,
me alcanzarán y tu ya no estarás conmigo.
Ahuyento huesos mas no se alejan
a pesar que el fango tiene nombre.


Juan Espinoza Cuadra
Enero 2009
México

jueves, enero 22, 2009

Marjel Ayin

Let x be any real number
Then there exists
a natural number n such that n >
Archimedes

A mis 27 años de edad el tránsito festivo por las calles de Altamira D’Este
se transformó en una serena interrelación con las prontitudes,
los apresuramientos y premuras precedentes a tu epifanía.
La ciudad estaba sumida en los folclóricos festejos de Agosto
y yo, de espaldas a todo ese ambiente de agasajo
elevaba en silencio mis oraciones por tú llegada.
Mirar tu pequeño cuerpo cubierto con sábanas blancas
semejó un abrigo de cálidas nubes amparando
los sollozos y gimoteos del naciente y nimio rayito de Sol.
Tu rostro lo soñé caminando por las terracerías de mi niñez,
de cada paisaje tomando la intensidad de los colores y
de los senderos andados tomando el barro que moldearían
los armoniosos ángulos y las vistosas aristas de tus ojos.
Luego de mis jornadas de trabajo me acercaba donde reposabas
besando tus aperladas y tiernas mejillas y
colocado junto a ti invadí tus sueños para volar juntos por el infinito.
Me mostraste que tu mundo de futuro no tenía límites
y que habías tatuado la palabra amor en lo inescrutable,
en el ambiguo e indescifrable contorno de tu padre.
Los años pasan a través de la delgada tela de mi ventana
y tocan a mi puerta y sentados frente a mi me relatan
como tomaste entre tus manos las líneas de la vida
y las dejaste ir con el viento.
Nos encontraremos hija mía en la línea que divide el ocaso
de las interminables despedidas y podré tomarte nuevamente de las manos
y caminaremos y veré tu hermoso pelo teñirse de verano.
Me detendré y pediré me llenes de tus matices
y me enrumbaré luego, solitario, eremita al origen del lenguaje
que olvidaste entre tus juguetes de infancia
y mi paternidad deshabitada demandará asuetos atemporales
donde el reloj invertirá sus manecillas y juntos miraremos andar la tarde.


Juan Espinoza Cuadra
Enero 22, 2009
México

viernes, enero 09, 2009

Patricia

Caminaba solo, extraviado y ataviado
de soles que no se esconden a las pupilas
mirando fotos viejas en un mural pospuesto
y ya ves, ahí estás tú,
enajenada con las mariposas
cuando aún el pasto esta húmedo.
Haz embellecido tus pies con aroma de hurto,
estelas de lamentos y amor en un arroyo apócrifo.
Ocultas entre tus párpados
sueños que son solo míos,
desde tu concepción te asumiste la guardiana de mi nombre,
de encajes lo arrullas entre tus blancas manos.
En la pendiente de la colina, con los ojos cerrados
balbuceas exorcismos para revivir la magia tránsfuga,
las hojas grises del otoño
cuentan tu relato de infancia que aún tildas de inconcluso.
Desarropado sesgo mi vértice para que tu viento me alborote,
mi disfraz de escapista danza entre los pastizales y me haces tuyo,
aceptas vivir conmigo delante del Dios de todos
y yo, ante el Dios que es solo mío,
y con tus manos elaboras al sustituto
que dormirá contigo hasta la eternidad.
Ebrio y desmaterializado me enrumbo
por el sonido que se escapa de tus dedos,
tu cubres al Arca de los destellos de la Luna y
en tu rostro habita una metáfora terrenal
y me aventuró hacia tu vientre desde los hábitos de un Abad corrupto
que encuentra en la Vid la armonía para que dancen sus miedos.


Juan Espinoza Cuadra
México
Diciembre 13, 2008