viernes, marzo 12, 2010

Mountain Poem

Se antoja comparar el sentimiento de paz
que provocan las montañas aledañas
con las necias ganas de responder al cuestionamiento
de la atemporal indiferencia.
También se pretenden así las cosas.
Comparativas. Usuales a las escalas.
Con sus rostros despoblados, aguardando.
No importando las revoluciones en las laderas,
ni las osamentas, ni el anonimato, ni el vacío.
La voluptuosidad silba despreocupada por las terracerías,
inciertas se vuelvan las noches
a como precarias las despedidas.
El viento repta impunemente los empedrados senos.
Fálico se agasaja, invade, viola y se place.
Se retrae y vuelve.
El gris es estático y olvido.
Las montañas no alardean habituales fisionomías.
En el verano, la lluvia se deja llevar por sus antojos y caprichos.
En el verano, sus rostros copulan medianía y hastío.
La mueca de frescura escribe del posterior otoño.
Batallan los milenios y generaciones.
La mesiánica promesa eyaculará el pétreo tálamo.
Entonces la culpabilidad hipócrita escupirá su falsa frigidez.
Invadidas irremediablemente, desfloradas irremisiblemente
se inventaran un carrusel de inimaginables aristas.
Entonces impondré una invocación tras la confesa promiscuidad.

Juan Espinoza Cuadra
Marzo de MMX
México.