jueves, diciembre 16, 2010

Yo, tú no otro dueño… el hacedor…

No soy el dueño de las manecillas del reloj
y aún así, me detengo a observar su andar irreverente,
interrumpo mis propios espacios para constatar
la inevitable andanza gitana de los ecos repetidos,
concluyendo que nada es tan cierto
como la incertidumbre
y nada tan placentero como lo desconocido.
No tengo un pedazo de pan en mis manos
y anhelo saciar la boca del indigente,
no tengo horas y quiero abarcar el tiempo.
Me quedo en el borde de la línea que demarca
el teclado de mis propios deseos,
y no hay nada afuera que me abrigue.
Me veo tiritando cuando a la vez me sueño
errante trovador de los versos que deletrean
los múltiples nombres que me he inventado.
Asimétrico acopiador de colores y bordes,
austista a predilección de acordes y veredas,
fantasioso observador del remolino y el hedor,
deambulo los dedos amarrados a la soledad,
sonámbulo de luces, hablador de miserias,
conquistador de ocasos a los pies
de las rocas del mar.
Acá son las horas que no son en París
y aún así tecleó los minutos
que no has estado en mí.

Juan Espinoza Cuadra
México
Diciembre de MMX

viernes, diciembre 10, 2010

El Nazareno...

Las imágenes de un cristo ensangrentado
de rostro, piernas, brazos,
no es un recuerdo que corresponda
a la magnanimidad de un hombre bueno.
Las imágenes variopintas de la crucifixión
de un ser humano ejemplo,
colgadas en los retrovisores de los camiones,
enganchadas en las paredes de los hogares,
es una escena abominable, inconsciente,
irreflexiva, degradante, cuestionable.
No es necesario el recuerdo de su exterminio
para perdurar el ejemplo y la enseñanza del galileo,
así como es inexcusable encontrarle
en el rostro sereno y a la vez aterrante
del hambre y la pobreza,
que padecemos,
en el estomago, la vida y
el pensamiento.
Su divinidad esta reflejada
en nuestro alter ego,
entonces, ¿la divinidad es algo cierto?,
de ahí, los ecos vagan en las proximidades
de un límite incierto.
Amén de que las estrellas golpeén distantes
el tono de las púpilas del Maestro,
todo es silencio en la angustia
del desconocimiento.
Él radica sentenciosamente
en la oración personal
y poluciona su voz la áridez del misterio,
que redobla su entorno y
vierte ha incógnita magna,
y la Fé perdura tal ecuación indecifrable,
impregnada de arduo trabajo y hastío.
Jesús vive en la medida que vive
el chasquido irrisorio de los dedos,
para los andantes de veredas
matizadas de secretos.
El ícono deambula solitario y vagabundo,
brazos abiertos y ojos sollozantes,
los azares de una dimensión finita y terminable.

Juan Espinoza Cuadra
México
Diciembre de MMX

jueves, diciembre 09, 2010

Orfandad...

El camino que hace falta es incierto
como las pretendidas caricias
que anhelamos,
las luminarías que lo alumbran
datan de épocas pasadas,
idas sus flamas en el cebo y el hollín,
ahogado en el frío,
asfixiado por la eventualidad.
Invita el color de la banqueta al suspiro,
al libro viejo heredado por papá,
a la lectura repetida del poema
que se arruga doloroso en los ojos.
Las manos amarradas por la ira
tiritando la violencia reprimida,
cuajada en el amanecer de la juventud.
La piel se deshiela por las noches
cuando las cigarras hacen el amor,
la heredad desperdigada rié
su obsoleta incongruencia,
en la cotidianidad de los repetidos días.
Al atisbar a los lados
no hay rostros conocidos,
a lo lejos unos pasos
que se alejan más.
El encuentro con la orfandad
escurre desde la heladez de los dedos,
cae brisa de invierno en el rostro del otoño,
se desploman las estaciones
tras la pesadumbre.

Juan Espinoza Cuadra
México
Diciembre de MMX