viernes, octubre 07, 2011

La camisa blanca de rayas estrechas azules
sobre la cama
sobre los deseos del día
pulcramente planchada por Doña María
la otra esposa de mi padre fallecido
la otra
la madre de los niños que tienen la boca llena
de saliva y golosinas,
la que prepara por las tardes el plátano maduro cocido
con la crema, crema del atardecer,
el cuero y las suelas de los zapatos arrugadas
desgastadas…. sin un centavo en las bolsas del pantalón,
por las tardes patear el balón fantasma
verlo escabullirse entre la verdidud de los matorrales,
quedarse en silencio con los ojos cerrados
a los 11 años esperando la hora de dormir.
Diriamba es el mejor sitio para platicar con los fantasmas
de cuatro a seis de la tarde,
sobre todo si estás en medio del cementerio,
con una cantimplora llena de agua vieja.
Sin ninguna chamarra que abrigue
el frio cala con mayor intensidad el futuro,
la llegada de papá es un festín, una algarabía rota,
un saludo arrugado entre los besos y las despedidas.
Las calles entre tierra y adoquines rotos
se hace la constelación donde transitan los monstruos,
ahogados en los charcos que deja la lluvia.
De regreso a la casa antigua, antigua de humedad,
antigua de paredes, antigua de espacios,
antigua de secretos el aroma del beneficio de café cercano
corre por los rieles oxidados.


Juan Espinoza Cuadra
México
Octubre MMXI

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