domingo, noviembre 21, 2010

Epístola mandarina...

Ególatra marino pintando la ventana
color acordeón, sábila, nuez, cántaro vacío,
fatuo tejedor de tarugadillas, surco abierto
los muslos de la querella murmurada,
sórdida inmensidad vomitada, lienzo pétreo
guiño prostituto del desatino.

Y te escribo: Apaga la lumbre de la vela,
sopla un aire como de aliento de pájaro,
trae mucho frío, tiritan los dientes del conejo,
se ahoga la turgencia en los labios
del precipicio.

Te escribo en la palma de la mano del Obispo,
hijo sobrenatural de la pendejada,
risa asonora de los peñascos,
rosa la penca del maguey
violeta escupe la demora.

Grotesco el peso de tus ancestros
alarma entre los zopilotes cleptómanos,
la punta del derrumbe de la intimidad marcada,
te mueres la vez que dijiste no lo harías,
te mueres cuando llegue la jerga, el hedor,
el alcohol, la promiscuidad,
el estómago roto de dolor,
remontas lienzos sin aroma.

Te duermes sobre la roca dormida,
abierta solidaria a la contumaz sinrazón
jadeante enervante encuentro en ti.


Juan Espinoza Cuadra
México
Noviembre de MMX

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