Aquellos jóvenes que
fuimos…
El
grupo de jóvenes inicialmente congregados
por
el conocimiento,
paulatinamente
transformamos
esta
circunstancia
en
hermandad perdurable.
El
agnóstico nunca encontró en su cábala
una
inferencia para
tan
recóndito suceso,
ni
en la lectura de sus piedras cartománticas
un
razonamiento justificable
que
validara algún porqué.
Adultos
al paso de los años
y
de cienes lateralmente encanecidas,
generalmente,
no
enrolamos los trajes militares
de
algún dogma,
ni
embriagamos el juicio en elixires
ni
tabúes.
La
mayoría, con la compañera de vida,
comentando
los aconteceres
de
cualquier índole,
en
Managua, México o París;
mandando
mensajes de texto
por
teléfono celular a los hijos
refrendando
nuestro amor por ellos.
Acariciando
en nuestras casas
los
tersos pétalos de las buganbilias,
correteando
al French Poodle
que
uno de los hijos llamo Emiliano,
saludando
al vecino jubilado
con
el cuál en sábados por la tarde
tomamos
una cerveza fría
mientras
comentamos los resultados del fútbol.
Aquellos
jóvenes enardecidos
por
conquistar los tesoros albergados
en
los confines de la madre Tierra,
hoy
nos sentamos en nuestras sillas
reclinables
a leer los poemas
de
los que nos atrevemos escribirlos,
o
disfrutar los comentarios que hacemos
en
las redes sociales,
calzados
con chanclas, pantaloncillos y playeras,
mientras
planeamos el trabajo
para
el siguiente día.
Juan
Espinoza Cuadra
México
Enero
MMXIII
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