Un
agujero en la portada
permite
penetre mi índice
más
allá del grueso apilado
en
las hojas amarillas
de
este texto extraviado.
El
contenido lo he olvidado
como
también su número de páginas,
y
seguramente las acotaciones
al
margen de las hojas
que
hice hace muchos años.
El
autor del escrito es un amanuense
de
hidalguía tanteada en el cadalso;
la
resurrección tiene sentido
únicamente
en el patíbulo,
ahí
reencarnan las letras
bajo
el anonimato del amanecer.
En
el agujero en la portada
logro
tocar la cicatriz de un rostro
agonizante,
que
le roba a la noche que se va
el
único verbo que vale la pena
recordar.
Juan
Espinoza Cuadra
México
Enero
de MMXIII
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